Un sorbo de café,

un suspiro de nostalgia.

Un grito del silencio interrumpido por una convención de aves en un árbol de la comunidad de los Dasein,

Olivia inspecciona cada uno de los rincones de una madrugada nublada.

Yo…

ubicada en la ventana con un texto a medio resumir.

Nada puede estar tan mal,

aunque no todo está bien, cómo podría…

Tengo amigos, tengo un libro, tengo un mate…

tengo con quien compartirlo.

Tengo la capacidad de entreverme en mi cabeza profundizando mi pesar hasta caer y que el golpe me parta al medio,

tengo un piso en el que caer y un techo bajo el cual llorar,

tengo la necesidad de escribir lo que tengo para no quebrar.

Pero tengo un papel para exteriorizar mi alma

y un permitido para escapar de la comodidad de la convención lingüística.

Tal vez algún día, sea feliz sin tener,

tal vez algún día hable conmigo y me quiera lo suficiente como para escucharme todo lo que desde los cuatro años me intento decir.

Tal vez no estoy perdiendo el tiempo por estar escribiendo esto en lugar de sumergirme en las Ideas de Alberdi.

Tal vez sólo soy yo, tal vez sólo estoy siendo…

y tal vez, sólo tal vez, que me irrumpan los tiempos que tengo para mí, aquellos que no elijo y que me quitan el sueño e interrumpen lecturas, no esté tan mal.

Tal vez yo, a pesar de todo

no estoy tan mal.

Tal vez quiero estar mal,

tal vez todo está bien.

Tal vez, simplemente estoy, 

y como no lo elegí, 

tal vez, 

simplemente ser,

sólo quedarme en el presente,

en el momento acontecido

y, esta vez, no estudiar

para recibirme

para trabajar

para subsistir

para no morir,

no implique en mí, un fracaso irremediable.