“¿Qué te pasa, cuerpo mío?

Pregunto mientras me tomo la siguiente pastilla del día, acompañada de una infusión de lavanda y manzanilla, y me coloco una compresa con los mismos ingredientes sobre la herida,

para calmar el dolor que me aqueja, y de paso dormir un poco.

“¿Qué te pasa, hermoso?¿Querés decirme algo?”

Pregunto, sin ninguna clase de presión ni exigencia,

sin desear que fueras más ágil, ni más productivo.

Pero la realidad es que viajamos en una semana,

en ese viaje planeamos caminar mucho,

conocer muchos lugares mágicos.

Y hoy no pude caminar ni quince cuadras sin tener que descansar.

Ya sé, tal vez ayer caminé mucho, bailé como una loca en la nochebuena y hasta anduve en bicicleta. Hoy me pediste descanso, y que de una bendita vez me dignara a tomar los medicamentos que me corresponden.

Pero siento que ellos sólo te callan,

y la lavanda, tan dulce y mágica, también lo hace.

Silencian al dolor, a los síntomas.

Acaban con las bacterias asesinas.

Pero yo quiero saber por qué es que ella entró a mi cuerpo,

el por qué de la piel encolerizada,

de los gritos de dolor.

Te conozco, amigo de toda la vida. aunque a veces te haya tratado como a un enemigo.

Sé que querés expresarme algo.

Y que si decidiste explotar y arder de esta forma,

es porque no sabías qué más m****a hacer conmigo

para ser escuchado.

Te conozco como si hubiéramos nacido juntos, aunque a veces me desconozcas.

Y entiendo que te enojes.

Reconozco que de a ratos puedo ser demasiado necia, y dura con los dos.

Pero ahora quiero que me ayudes a abrir los ojos.

Si pegaste el grito de guerra, tiraste la toalla y me hiciste semejante piquete,

fue porque querías estar bien,

querías volver al equilibrio,

querías que volviéramos a ser uno, que estuviéramos unidos.

Y aunque no lo creas, yo también quiero que estemos bien.

Tenemos eso en común.

(más allá del viaje que se viene,

y de los trabajos por hacer,

que requieren cierto esfuerzo)

hay una vida que continúa,

y quiero que la caminemos tranquilos, juntos, sin trastabillar.

Quiero que me ayudes a ser inteligente, y con eso no hablo de la cabeza. Ella seguro nos trajo hasta acá.

Quiero que me ayudes a ser inteligente de corazón, a conectar con mi sentir.

Hablame de cualquier forma que pueda escucharte.

Hablame en sueños, en canciones o en mensajes subliminales. Como más te guste.

Contame qué es lo que pedís en la negociación.

Si hay algún contrato viejo que ya caducó, o algún límite que pusiste y yo no reafirmé a tiempo.

Contame, yo te escucho.

Tus deseos son órdenes.

Porque al fin y al cabo, somos una misma cosa,

tu bienestar es el mío,

y mi bienestar es el tuyo,

vamos a estar juntos toda la vida,

y qué mejor que ayudarnos a construir una vida hermosa.

“Gracias Cuerpo por tu sabiduría, por ser el vehículo de mi alma, y cumplir tu misión a la perfección. Con amor escucho tus mensajes, mostrame cuál es la medicina de todo esto”.

Acompaño el texto con una imagen de uno de esos momentos en los que me sentía plenamente sana, para ayudar a mi cuerpo a volver a ese estado.