Me dormí agotado,
desperté extrañado, aún es temprano,
te escuché dormir.
Nos levantamos al rato, como decantando.
No querías mate cocido con leche,
querías mate, me pareció todo tan raro.
Nos sentamos y lo hablamos de nuevo,
nos agarramos la mano en un momento,
la luz de octubre se coló por la ventana,
entrabas a las 12 y eran las diez,
pero no quedaban motivos para quedarse.