y, qué importa si en el goce de tus ojos yo le haya robado a la eternidad una joya. Si tuve el veneno en la piel y te dejé llena de perplejidades que no supe responder porque amor era todo lo que es. Si las noches entredormida te despierto una sonrisa o en el mar de las alquimias te vuelvo a ver y me deprima, todo este tiempo de llover sin más esgrima que mojarme hasta el tuétano. Y proceder a resbalarme por la cornisa del cero salvaje, donde evaluás que no tengo más tiempo. Me vi todos los remaches de la camisa de fuego, y me quemo con la leche que se derrama por tu talle siempre al margen de cualquier anécdota narrable. Siempre en la antorcha de los fuegos que se esparcen. Los placares de las soledades con ese olor a humedad que entristece cada alcoba vacía de tu risa, como me gusta esa risa. Ojalá brote siempre a toda prisa. Discutiremos y seré lento. Tomaré el camino del deseo, porque todos los caminos son posibles a tu nombre; para mi que soy puro trueno. Yo no tengo delay, más bien tomo como herramienta la herrumbre que habrá que quitar para salvar lo constante. Y, qué más da. La vida apesta y apesta el sol, cada día de nación se apesta de olor a azufre. Yo quiero ser barrio con vos, pero soy mausoleo de entidad. Y me yergo sobre la lonja del mal pero con piedad, con distritos de blanco sur, de callado amar. De soledad interior y desglosar en un renglón que estoy esperando que me levantes el sobrenombre de ser tu mal. Yo sólo fui banal. Fui un sobreviviente de este mundo en donde estás. Era feliz cuando lloré, y la risa se recostó en una tristeza. que siempre viene conmigo como recordándote donde no consigo ser más nada. y de todas las delicias que me diste, yo tengo que decir, que un poco le he ganado. Sintiendo que robado un beso de equinoccio, un ramo de abrazos con la piel cuando resbala. y se frota que da alegría sentir tan próxima; la eucaristía en esta vida de carestías, el cuerpo de la rosa que está al buche de la tijera. yo he sido bendecido por el cuajo enemigo de tu yo, rechazando el lazo. Y, obvio que me afecta, que no me es indiferente. Por eso tengo la mente de un demente. Porque te extraño tanto que ya no me baja la marea donde está ese barquito encallado entre botellas indelebles.