Borrador

Libertad

En cualquier orden de la vida, la independencia, la libertad, se convierten en la grandeza, ya sea de un país, pueblo u hombre (entendiendo como el concepto genérico de la humanidad). Esa importancia se traduce en la posibilidad de expresarse, pensar, hacer, según convicciones personales, pero movido con los valores que son empáticos (sensibles, nobles, solidarios, etc.) a la naturaleza misma. 

A veces siento, viendo una juventud, o adultez, atrapada en las cajas cibernéticas, que quedan presos de un mundo virtual, intangible, sutil, que los confunde. Desearía que esas cajas «den de comer pero no saquen el hambre». Hambre de evolución, progreso, conquista, hambre de SER. Aquí si, podría decir que uno, joven o adulto, mas allá de que medio lo mantiene sin libertad: tecnología, opresión política, o el poder económico;  puede ser libre, o sentirse libre si en el camino encuentra el «hambre y la conquista del aprendizaje, de capacitarse, de evolucionar, de tener sueños, y hasta de trabajar con un propósito. 

Ser libres nos tiene que habilitar para ser creativos, la libertad nos da fuerzas para correr, caminar o estar en la pausa reflexiva. Ser libres es ese permiso que habilitamos naturalmente desde un interior autentico, con proyección a querer lo mejor para sí y en consecuencia a los que comparten nuestro ambiente, nuestros espacios.

Ser libres, dicen algunas líneas filosóficas, es una ilusión, una utopía, entiendo  que en la medida que nos desafiamos en esa tarea de auto observación, limpieza, discriminando las creencias propias de las condicionadas, al resolver prejuicios, estamos más cerca de que esa forma libre de ser, pues nos conectamos con la esencia, y lo natural y más bello del ser, sale a la luz. 

No se es libre para hacer daño o dañarnos a nosotros mismos, pues quedamos presos del dolor y peor aun de un sufrimiento, que nos encierra, mientras que si se es libre, en la expresión del amor, cuando este nos expande.

Reconocernos, descubrirnos, interpelarnos, nos libera, permitiéndonos crear ese estado de felicidad, no simplista ni liviano, sino ese estado que nos comprometa con una tarea consciente de elegir, cuidadosamente, las acciones, los pensamientos, las motivaciones, etc.  un estado delicado donde la propuesta es equilibrar el devenir de la vida.

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