A Bernardo Soares

El poeta percibe en cada acto un elemento comunicativo de sentido. Su mirada es el puente que trae el hilado necesario para tejer el poema: es costurero de semántica. 

Al hilar los versos, el poeta une lo recolectado de esos elementos que a priori, no dicen nada. Un árbol desprende sus hojas y la mirada del escritor teje su semántica invisible. 

Sin embargo, cabe destacar que lo oculto no está en el objeto observado, está dentro de sí: el poeta no puede escaparse de su nombre para contemplar el espacio -por oposición o correspondencia- lo visto le concierne. 

No podremos decir jamás que leímos a un autor: un elemento interior busca su identidad y ello es lo que devela el sentido del poema. 

La sonoridad – oculta detrás de las palabras- fabrica su melodía e irrumpe así el estacionamiento emocional.

Escribir un poema es habitar la estructuración melódica de las palabras para encontrar a alguien más que se identifica en el silencio.