Linda sacudida a la estantería
le daría
el sonido burdo
del pliegue rozando el pliegue
Los labios retorcidos
por no saber decir
rojos brillantes de
vascular movimiento
Llamativa postura
y acuciante voluntad que
tuerce mis muñecas,
la mueca
y la comisura
Se paran los pelos,
erizada la piel
y el sentido mudo de tacto
un torrente agitado
una exhalación meditante
Encrespados nos anulamos el pensar:
desarrollamos toda clase de superpoderes
y los aromas del ser de convierten
en necesidad pura del instante:
apretado el píloro
y el muslo,
la lengua ardida y mordida
la saliva que lubrica
Mostras el pétalo mejor guardado
el silencio más doloroso,
la herida más profunda
la entrega deliberada del sí
un momento grabado en la fibra íntima
en el espacio creado
entre la mente y el corazón
una víscera rosa
invadida de sustancias soberbias
que nos duermen suavemente
y nos cubren con un pedacito
de piel
que no sabíamos que teníamos.
***
Óleo sobre fibrofácil entelado. Manuel Acevedo.