Estabas esperando, eras puras ansias y nervios. Querías que todo esté perfecto. Podías escuchar cómo yo buscaba las llaves en mi mochila. Tus manos transpiraban, ya querías ver qué cara ponía. Estabas usando ese labial que tanto me gusta, y te acomodaste el pelo para que se vean bien los aros dorados que te regalé. Mientras yo luchaba con la cerradura como siempre, vos ibas repasando todo porque querías que la sorpresa fuera perfecta. Todo estaba en orden. Escuchabas mis pasos acercándose a nuestro cuarto y te mordías los labios. Abrí la puerta y te ví, radiante. Sonreíste con esa hermosa sonrisa que tenés y, mientras yo me acercaba con los brazos abiertos, vos sacabas el cuchillo que escondiste.