Una tarde fría de agosto de 1996 en la imprenta intentando dibujar algún ejercicio divertido para levantar el animo de los jugadores de M15 me aparece una ocurrencia, nuestro club no tenía primera división, el resto de nuestros equipos tampoco ganaban partidos. Tomé el teléfono (fijo) pedí a información si me podían dar el teléfono del CASI (Club Atlético de San Isidro), me lo dan, llamo, un amable hombre me atiende y me pregunta que necesitaba, le pregunto si sería posible comunicarme con Agustín Pichot -por ese entonces el Ficha intentaba ganarse la titularidad en Los Pumas- el hombre me dice que estaba hablando con el bufete del club pero que me comunicaba con la secretaría, me atiende otro hombre y me pregunta para que buscaba a Agustín, le aclaré que no lo conocía, que me disculpe por el atrevimiento pero que yo estaba entrenando una M15 de un club chico de Bahía Blanca y necesitaba de alguna manera provocar algo que los anime, que los motive, que en nuestro club por no tener primera nuestros chicos estaban faltos de alguien a quien seguir, a quien mirar, un referente…el hombre me interrumpe y me dice, anote el número que a Agustín le va a gustar escuchar esto, seguro me dijo, llame. Me da el teléfono (fijo) de su casa y en el primer intento me atiende Enriquito, su hermano mayor, me preguntó de donde había sacado el número, dude en decirle la verdad, pero lo hice, cuando termine de contarle la historia me dijo, hicieron muy bien en darte el teléfono en el Club, a Agustín le va a encantar escuchar esto, no tengas dudas!!
Me fui a entrenar y me olvidé del tema, llegué tarde a casa, ni le conté a Marcela, cenamos y nos fuimos a ver tele a la pieza, como a las doce de la noche suena el teléfono (fijo), al unísono largamos un “que raro”, hola digo, ¿con quien quiere hablar?, con Mariano Arzuaga, si soy yo, ¿quién habla?, Agustín Pichot, ahhhh daalee boludo ¿quién sos?, Mariano ¿vos no llamaste hoy a casa?, no se como seguí adelante, me había olvidado de lo que hice y me quedé sin palabras, le pregunté ¿no te contó Enrique?, si me dijo pero quiero que me cuentes vos. Hablamos un buen rato y quedamos en seguir el contacto.
A los pocos meses el Richmond de Inglaterra compra a Agustín y a los pocos días se corta los ligamentos de la rodilla, ahí pensé que la historia se había terminado pero él me tenia preparada una nueva sorpresa, se terminaba 1996, Los Pumas jugaban en Buenos Aires contra los Springboks, Agustín no jugaba. Me llamó y me dijo que me quería conocer, quería saber mas cosas sobre el avance del club y del progreso de los chicos. A las dos semanas estábamos con él, Enrique padre y Enriquito en la platea mirando a Los Pumas.
Me dijo que él se iba a vivir a Richmond pero quería vía mail seguir de cerca al equipo que ya había logrado ganar algunos partidos. Fui prudente, no le mandé muchos pero si le fui contando algunas cosas en particular de cada uno de los jugadores.
Ya en 1997 era titular en Richmond y en Los Pumas, se acercaba un partido terrible contra los Wallabies, yo no quería molestarlo, me llamó y me dijo, quiero creer que vas a llevar a los chicos a la cancha, obvio le dije y allá fuimos, me pidió que nos mantengamos en contacto con Enriquito, fuimos todos a la popular, Los Pumas ganaron un partido histórico y Agustin fue la figura, otra vez me atacó el pesimismo y dije “no lo vemos mas”, dimos la vuelta al estadio, dejé a los chicos en la puerta, entré, la prensa argentina y del mundo lo estaba rodeando, me asomé, me miró y me hizo una seña para que no me vaya.
Pidió que dejen pasar a todos los chicos a Ferro, se largó a llover, nos metimos debajo de un árbol y a los pocos minutos apareció y comenzó a hablar con los chicos como si los conociera a uno por uno, sobre el estudio, los cuidados y la importancia del deporte. Y para despedirse sacó la camiseta de los Pumas firmada por los 22 jugadores que habían ganado ese día a Australia.
Ese es el Ficha…ahhh la M16 de ese 1997 salió a la cancha después de leerles un mail de aliento que Agustin había mandado desde Inglaterra.
Salimos “Campeones”.