XI.

¿alguien creyó alguna vez (por ejemplo) que el poder judicial –un nicho aristocrático no electivo y vitalicio de conservadores con apellido y sueldos desproporcionados que administra un corpus de mecanismos de control social- pueda ser otra cosa que una expresión de la derecha? y bien, el sector menos moderado de esa secta de derecha actualiza sus recursos posibles. lo mismo sucede, correlativamente, con las corporaciones de medios, con los sectores de poder económico concentrado y los partidos que los representan, junto con la clase media alta y la clase media aspiracional. aunque coincidan los recursos locales de la derecha con otros similares en latinoamérica, son “sus” recursos. no hace falta especular con conspiraciones, sino con posibilidades: si pueden hacerlo y masomenos funciona, lo hacen. es política estúpido, la política que ellos hacen e hicieron siempre. llamar a eso “golpe” tiende clausurar interpretaciones más afinadas y necesarias. en ese sentido, parece saludable la insinuación de reconocimiento de algunos que han mentado cierto “partido judicial”. no es un partido y tal vez nunca lo sea, pero se le reconoce con esta expresión su “legítimo” estatus político, en el sentido de pertenencia a las alternativas (repugnantes, pero propias) del sistema. otra cosa es hacerse el distraído acerca de lo propio: lo propio es democracia burguesa que evoluciona en los términos del capitalismo actual, con los recursos de poder de este capitalismo y sus operadores, a los que a veces se ha pretendido, con éxito relativo, regular. regular: nunca se han retirado las licencias a los medios de comunicación hegemónicos. entonces, ¿por qué la idea de golpe -que toca indudables y justas sensibilidades- parece un recurso inmediato? si nos golpean somos golpeados, somos víctimas. toda víctima propone cuidado, reparación, compensación. pero si comprendemos las posibilidades contenidas en el sistema, incluyendo sus formas “democráticas” de opresión ¿es razonable jugar de víctimas? no. en última instancia, establezcamos más claramente que somos víctimas de –por ejemplo- la propiedad privada de medios y bienes de producción, hagamos la reforma agraria, matemos a quien se resista y dejémonos de mariconadas “democráticas”. la recurrencia a la victimización tiene, obviamente, fundamentos ideológicos que han sido de uso kirchnerista, pero no son privativos del kirchnerismo. esta exaltación de la ética del sacrificio es muy setentas, muy “la vida por…”. y no casualmente muchos militantes de la época tuvieron una profunda educación cristiana. nuestro señor jesucristo tal vez sea la víctima originaria, el padre de la ética sacrificial. la muerte lo hizo sagrado y estableció su pasión anterior y las correspondientes estaciones mitológicas: entrega absoluta, riesgo, soledad, padecimiento. a la ética trascendente e idealista de cierta ideología cristiana puede oponérsele una materialista, inmanente, que no deposite sus valores en el banco de la muerte, aunque parece que a derecha e izquierda creen que ese banco paga buenos intereses. una ética materialista permitiría entender que en el fondo nadie se sacrifica por nada, que la muerte no paga y cobra caro, y que debajo del sagrado manto del sacrificio mortal puede estar el tal jesús, alguien que haya trabajado por una sociedad más justa, o un obsecuente de mierda dedicado a lamer todo lo que se parezca al poder