El vapor de la sopa al fuego singular magnitud, inadvertida suerte ajena de la espuma en carnaval recién pasados por agua de gordas botas grises.
y por aquí… el barrio calles de barro y piedras, de salida un solo asfalto muy hondo, que regadas lluvias auguran a los infantes y no tanto, fiestas acuáticas en la piscina vecinal.
La gracia de la existencia desprevenida, el deleite de observar, las aves, el buenos días de la señora del negocio, en el Joven humilde, comprando un juguito, el más chico a su niño, que después de preguntar el precio, miró al chiquillo y del bolsillo sacó unos billetes arrugados de veinte, del núcleo formado en esta diversidad consolidando seres humanos, las miradas en la particularidad del origen de culturas diferentes, plasmar esa fuerza de felicidad del eterno juego de rodar una pelota en la cancha de la esquina, del espectáculo que pinta un torrencial aguacero.
De los fines de semana, hombres de rasgos tan definidos en un círculo de charlas amanecidas fraternizando un vino, sumidos en cordialidad respetuosa.
De la alegría en las caminatas por las tardecitas del vecino de la cuadra entrado en muchos años saludando entusiasta en voz muy alta.
La belleza comprende revelarse tan natural en infinitos y ojos en descubrirlos, no cazo tiempo virtual, mi dúctil sendero explora la risa en esas navajas que desliza el segundo, porque mi esencia es la vida en música, danza y alegrías.
…y hablar mucho.