Cuando la fragancia interior desvanece, vas desvaneciendo con ellos tus sentidos.

Tu habilidad de equilibrista, se funde, en la magia de un abrigo de ilusiones y nidos.

Rosa de los vientos en tus ojos, revisten tu mirar, con gotas que calman, esa visión irreal, aliviando mentiras, recubriendo tu color, con gamas tornasoladas, que refractan incansables, sobre el piélago envolvente, invadiendo tu aroma, de olores extraños, intensos.

Sumergida, en un líquido denso, sueltas el curso de emociones, recorren el natural cause, desvelando a la vera de las olas.

Claveles del aire, amanecen, sobre tu cuerpo, adornando abrazos sostenedores, cándidos, blandos, desprendiendo rayos de trovadores geniales, aturdiendo sentimientos ambiguos, tus ojos escuchan, tus oídos ven, tu sentidos corporales degustan, esas partículas que ellos desprenden.

Y más las dejas en ti, como compresas frías, desinflamando artimañas de engaños, revelando un oasis, como un anfitrión, meloso, alegre y bonachón.

—¡Buen día! ¿Tiene fragancia de sol?

—No.

—¿Y de colores?

—No.

—Y de brisas cálidas

—No.

—¡Haa…! Bien, continuare buscando. ¡Gracias!

La respuesta siempre es no y te acobardas de buscar, de remontar sueños, que sólo despedazan, estructuras de soporte.

 y te recurren días.

Días.

Días de frustración.