Alguien dijo una vez «¿Cómo se puede añorar tanto algo que no se conoció?

Eso es lo que sentí cuando llegué a Cusco, sentí que había estado allí, y mi cabeza se dividía entre la alegría por estar y la añoranza de lo que pudo haber sido esa cultura.

Me impactó, y a la vez me rebeló, ver como los españoles habían destruido, en su «evangelización», las bases de tantos templos incas para construir sobre esos cimientos, sus iglesias católicas que hasta hoy se mantienen en pie. También me generó rebeldía ver como todavía hoy esos porteadores «incas», con sus trajes típicos y pies cuarteados, llevaban sobre sus espaldas las cargas de los turistas españoles, parecía que el tiempo no había pasado, todo parecía seguir igual que hace más de quinientos años. 

Hasta que vi en la Plaza de Armas una placa de bronce colocada en 1992, que dice algo así «A los 500 años, gloria y honor a los héroes de la resistencia andina. Y no podrán matarnos…»

Y entonces los entendí.

Entendí que así como a partir de la conquista tuvieron que adaptarse para sobrevivir a la explotación y al saqueo, así siguen haciéndolo en la actualidad, pero su identidad cultural y su dignidad siguen intactas y se nota, en sus costumbres, en sus comidas, en sus miradas y en esa placa.

El viaje: 

Llegada: Cusco está a 3400 m de altura por lo que aclimatarse es muy importante ya que el mal de altura puede hacerse sentir. Te sugiero descansar el día de la llegada, caminar despacito, tomar mate de coca, comer liviano, ¡hay tanto para conocer!

En cuanto a la comida, hay infinidad de lugares y para todos los bolsillos. Muchos locales tienen menúes turísticos a muy buen precio y rendidores (sopa, plato y chicha o te de coca), también podés comer en el Mercado de San Pedro, muy cerca de la Plaza de Armas.

El mercado es un mundo aparte, muestra pequeña de lo que es Cusco, colores, olores, mezclas de voces e idiomas, lugareños vendiendo textiles, artesanías, comidas y especies como la moringa, pimientas, sales especiadas….

Podés probar comidas típicas locales (arroz con huevo y plátano, sopas, ceviche, lomo saltado, etc.) y desayunar, en un caos muy local y pintoresco. No esperes prolijidad ni comodidad.

También hay restaurantes gourmet donde probar cuy, alpaca, ceviches, causa limeña, etc, que por supuesto, son más caros.

Dónde dormir:

También hay hospedajes para todos los bolsillos, pero la mayoría son modestos.  Nosotros estuvimos en el Hotel Colonial Palace situado a una cuadra de la Plaza de Armas, tiene una relación precio calidad excelente. Es una construcción colonial, muy amplia, todas las habitaciones dan a un gran patio interno.

Lo malo: No es demasiado confortable, es decir, si querés calefacción la tenés que pagar aparte, el agua caliente no dura demasiado, las habitaciones son un poco oscuras. 

Lo bueno: el precio es accesible, la atención es muy buena, el wifi funciona, el desayuno es acorde al precio, está muy bien ubicado.