«Ella es delicada cuál pétalo de rosa, su piel suave como el algodón y sus ojos tristes y cansados como el mar cuando encuentra la calma, es hermosa y cautiva mi corazón»
La vida a veces nos da unos castigos suaves pero que en el fondo duelen, como aquella vez que me sentí cautivada por la belleza y personalidad de mujeres que entraron a mi vida de forma fugaz, ambas las conocí en mi adolescencia.
Una me enseñó a que puedo tener cercanía íntima sin que jueguen con mis sentimientos, a que lo problemas se hablan y que merezco más de lo que creo.
Y la otra a que puedo recibir amor que creía que no necesitaba cuando sí, que soy perfecta por solo estar viva, y que mi compañía es un regalo.
Y si bien nunca avance con ninguna por motivos de miedos, religión, critica social y orientación que nos perjudicaba a todas, me enseñaron lo que es ser aceptada tal cual eres y ser escuchada.
Pero a veces se me olvidan esas enseñanzas… Perdóneme por olvidarme de lo que me dieron, aunque mis recuerdos con ustedes siempre estarán en mi corazón, aún debo aprender a querer no por tener lo que quiero, si no como ustedes que quieren desde el amor de ser y dejar ser a los demás.