Hojas amarillas a mis pies

me sacan una sonrisa

enredaderas rojas visitan los balcones vecinos

y el sol cubre mis clavículas.

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La neblina en mi mente

invita la nostalgia

quiero salir a bailarla

poder decir adiós y llevarla al fondo de mí.

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Anochece poco a poco

los edificios cada vez más sinuosos

angustia atorada en la garganta 

me permito sonreír.

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No puedo despedirme

de los vestidos del paisaje

vértido se anuncia en mi estómago

cierro los ojos y caigo.

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Las luces de Villa Crespo se encienden

despiertan mi debilidad

me entrego a su inmensidad

me desaparezco

y me sonrío por primera vez.