Irasible la calle corrientes

Lo liberador del amor es poder rociar la cotidianidad de carnívoras y dulces epifanías sin que la sangre se derrame por todas las sábanas blancas y azules que compramos con los dólares que estaban debajo de la heladera. Podrías hacer eso? Podrías por un momento (solo el segundo en el que alguien abre lentamente la boca para poder comer su trozo de tiempo, de verso blanco) dejar de rociar sangre para que todo el Norte aterrice en mis piernas su cálido atardecer? El calor nocivo de un viento que solo puede densificar en el reflejo de una lengua lo que ha saboreado en todos los ríos, convirtiéndose fácilmente en un pez que tiene hermanos, tíos, padres, que tiene su propio lenguaje y me habla para que salga corriendo del mundo de los vivos. Los vivos han adoptado la metáfora para referirse a las cosas cuando les tienen miedo. Los vivos han adoptado las paradojas para referirse a las cosas cuando se estremecen de vergüenza. Los vivos han adoptado el odio cuando el amor les horroriza. A mí lo que me horroriza es que de sus venas broten las más pálidas acciones capaces de la nada, de llegar a a la absoluta nada sin que se puedan estremecer con al menos un solo sentido (¿si el cuerpo no ha absorbido por completo el espíritu como es posible que sea capaz de reconocer a los pájaros?). 

Nada de lo que hacen tiene un significado, están vacíos porque su condición así lo cedido y a nada le dan significado pero cuando el miedo los oscurece de verdad prefieren quedarse inmóviles como si en el interior de ellos mismos su alma estuviera comiéndose todos sus órganos, pero el cuerpo ha devorado el alma del hombre, es esa la trascendencia hasta lo que ahora hemos llegado. Elijen las imágenes absurdas como si fueran árboles insulsos y sin olor. Yo los elijo a ellos para embriagarme de nostalgia y pudor avanzando hacia la honestidad del mundo, conversando con una camioneta llena de vísperas adolescentes dónde el fuego ilumina mi pensamiento haciendo que las verdaderas sensaciones sean poesia. Que otra cosa puede hacer la poesía más que otorgarme la maravillosa euforia de un rencor que nos permita poder salir de todos los pozos a los que no han tirado los vivos? Escrito esto con fiebre parece un delirio pero yo lo veo como una casualidad que se enfrió adentro de un sonido construido por un electrón, al cual aún no le ha llegado la lágrima que lo hace capaz de convertirse en reloj. 

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