Para darle inicio al artículo que vamos a presentar el día de hoy voy a permitirme esbozar parte del pasado con una frase polémica de Schopenhauer sobre las mujeres en su libro titulado «Los dolores del mundo»: 

《La mujer es un animal de cabellos largos e ideas cortas》

¿Cómo fue posible tal sentencia en un mundo donde los hombres gobernaron el espíritu de las mujeres? ¿Quiénes fueron realmente los que envolvieron sus conclusiones en «ideas cortas» carentes de evolución? ¿Acaso el miedo se apoderó de aquellos quienes quisieron mantener a las mujeres encerradas en el núcleo de la ignorancia?

 En aquel tiempo, la concepción que se tenía de la mujer fue bastante pobre, superficial, egoísta y prejuiciosa pero, centrando un poco el análisis en nuestra civilización actual, decimos que las mujeres han revolucionado la historia social del saber y el arte entre otras ramas del conocimiento.  Dicho de otro modo, las mujeres somos el fuego que arde en la hoguera de nuestras antepasadas; esa llama sigue inspirando nuestra lucha porque con ese fuego hemos encendido las antorchas de los debates más arduos en toda nuestra historia universal. A continuación, y con la aprobación de sus contemporáneos Schopenhauer decía lo seguiente: 

《Fueron hechas las mujeres únicamente para los fines de la propagación de la especie》 (P.73) 

Los sistemas misóginos influenciados por los hombres de aquella época no profundizaron en la importancia que tenían los grupos feministas para el avance social; la fuerza que ejercían los hombres era absurda y las condiciones de vida que proponían también lo eran porque el verdadero poder que integra las reformas institucionales se contempla en las fuerzas unidas del ser humano sin distinción de género. 

Las mujeres fueron sometidas durante siglos al vacío, a la objetividad como excusa para satisfacer las oscuras inclinaciones del machismo protestante y, peor aún, a la ignorancia; fueron totalmente privadas de Educación y ningún conocimiento les pertenecía a excepción de unas pocas mujeres que se animaron a ponerle fin a esta falsa divulgación sobre nuestros orígenes. Una de esas grandes figuras emblemáticas fue la escritora religiosa Sor Juana Inés de la Cruz quien en el Siglo de Oro (XVII) revolucionó la vida de un pueblo con sus obras literarias. Sor Juana fue una mujer excepcional porque creó un movimiento intelectual en un universo que sólo se le pertenecía a las organizaciones patriarcales de su época y, por otro lado, tuvo acceso a los libros y al arte divulgativo gracias a la decisión que tomó: unirse al campo de la religión convirtiéndose en monja para estudiar. Este acto le permitió formarse como artista de los versos, escribió mucho durante su estadía en el convento logrando publicar sus textos para luego ser reconocida como la pionera del movimiento revolucionario feminista que sostiene que las mujeres de todas las épocas tienen derecho legítimo al acceso de los saberes intelectuales, culturales y laborales. 

Sor Juana escribió:

«Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón,

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual

solicitáis su desdén,

¿por qué queréis que obren bien

si la incitáis al mal?

Combatís su resistencia

y luego, con gravedad,

decís que fue liviandad

lo que hizo la diligencia…»

Recomendación 

Pelicula: «Yo, la peor de todas» (1990)