En la desdicha de mi corazón,

te suplico, mi amor,

no me olvides,

no me odies, 

por favor.

Mis manos manchadas de sangre,

que mi corazón, 

desgarrado por la agonía, 

desprendió.

Te pido, mi alma,

perdona a mi malherido corazón,

tuvo que dejarte en la oscuridad,

para salvarte del juicio y la confusión.

Entre sombras y sufrimiento,

mi ser se consume en soledad.

Mis lágrimas son un río de lamentos,

por el amor que tuve que dejar atrás.