salvarme de la ansiedad inherente a esta cabeza/

alcanzar la carrera que empecé/

gritar la libertad como los orgasmos/

palpar los deseos que les pedí a las velitas de las tortas/

mitigar las voces que me dicen que no vas a volver/

pisar el pasto mojado y que no me molesten las hormigas rojas/

recorrer recuerdos pasados con una sonrisa en la cara/

suspirar con una pluma los poemas que no me salen/

acariciar los cactus con los que me encapriché/

besar las heridas que me provocaron las palabras/

construir mi hogar con la yema de mis dedos/

sacudir las alfombras familiares llenas de mugre/

no vivir sólo para un buen velorio/

sentir con toda el alma que las comedias románticas son posibles/

leer miradas indescifrables/

caminar senderos errantes sin abrazar fantasmas/

soñar a largo plazo sin ser perseguida por el miedo/

contagiarme la firmeza longeva de los robles/

quebrar las estructuras férreas que me impuse/

vaciar con una conversación la mochila que carga mi espalda/

bañarme los pies sucios y cansados en la luna llena/

amigar la alegría y la tristeza/

tener el peso de su amor del otro lado de mi cama/

reencontrar en mi cuerpo el fulgor de la esperanza/

Los sábados a la noche todo parece posible.

Incluso que este poema se haga realidad un lunes.