Para quienes hemos creído tantas veces que las matemáticas son aburridas, ahí está la vida de Pitágoras, una de las mentes más prodigiosas de la humanidad.

En ellas el pensador mezcló religión, arte, ciencia, moral y política, ya que para él, el Universo se compone de números y nada escapa a ellos. Por su origen podría ser de la escuela asiática, sin embargo Pitágoras es también quien da comienzo a otra rama de la filosofía antigua; la de origen Itálico. Fue, según algunos estudiosos, incentivado a profundizar en las matemáticas por sabios egipcios con quienes tuvo contacto.

Era también un místico. Afecto a las religiones orientales de su tiempo, adhirió a la teoría de la transmigración de las almas, doctrina que había estudiado en la India, y creó una secta cuyas actividades eran semejantes al rito Órfico; un culto similar al espiritismo de nuestros días.

Nació en la Isla de Samos y vivió probablemente entre los años 580 y 496 AdC. Viajó en forma incansable por Persia, Galia, Creta y Egipto hasta recalar definitivamente en Crotona; actual Crotone, en la costa oeste de Calabria.

Pitágoras llegó a dominar Crotona cuando era la ciudad más importante de la península itálica. Fundó la hermandad pitagórica, formada por sus discípulos y acólitos, que venían muchos de ellos de países distantes. A estos instruyó en las ciencias de aquel tiempo, y en la observancia de una religión que lo tenía a él mismo como jefe espiritual. De este modo ganó prestigio y poder en la sociedad; y la hermandad logró que casi todos los cargos importantes de la ciudad le pertenecieran; hasta que una revolución terminó con aquella en un incendio en el que murieron casi todos.

La religiosidad de los pitagóricos incluía una serie de tabúes, como los mitos de la inmortalidad del alma y de la reencarnación. Así por ejemplo, no se podía derramar sangre, y en consecuencia estaba prohibido alimentarse con carne.

La reencarnación, o transmigración de las almas, podía realizarse en otras personas e incluso en animales. Se cuenta que un día Pitágoras, viendo como golpeaban a un animal, salió en su defensa diciendo: “Detente, no maltrates mas a ese perro, pues reconozco en su voz a uno de mis amigos”.

Como predicador y creyente en la reencarnación él mismo aseguraba haber sido Etálides, hijo del dios Mercurio en una vida anterior: Como este Dios prometió darle todo lo que pidiese, menos la inmortalidad, pidió conservar la memoria de todo lo vivido aun después de muerto y en sus siguientes vidas. De modo que recordaba todas sus vidas sumando las experiencias de éstas a la que llevaba en curso. Así posteriormente a Etálides, estuvo en el cuerpo de Euforbo, un héroe aqueo de la guerra de Troya, luego fue una famosa cortesana, un pescador, y así sucesivamente hasta llegar a ser Pitágoras. Aseguraba además haber pasado 207 años en los infiernos, donde –decía-, pudo ver la sombra de Hesiodo amarrada a una columna de bronce rechinando los dientes, y a la de Homero colgando de un árbol rodeado de serpientes, para expiar las falsedades que habían dicho de los dioses.

En algún momento, a Pitágoras se le atribuyeron milagros. Decían que tenía un fémur de oro. Otros llegaron a creer que hablaba con los dioses, incluso que él mismo era un dios.

LA MUSICA

Descubrió las relaciones entre los números y la música. Antonio Alegre Gorri, filósofo y escritor, que enseñaba Filosofía en la Universidad de Barcelona, nos decía: “Todo comenzó cuando el sabio pasaba cerca de una herrería y quedó impresionado por la rítmica regularidad del repicar del martillo, sobre el metal en el yunque, entonces imaginó y llevó a cabo experimentos haciendo vibrar agujas de diferente longitud pero iguales en espesor y tensión. Concluyó que las notas dependían del número de vibraciones, lo calculó y estableció que la música no era más que una relación numérica, medida según intervalos”. Habría dicho Pitágoras hace unos dos mil quinientos años: “Hasta el silencio, no es sino música que el oído humano no percibe porque carece de intervalos. Es la música de las esferas, que los planetas, como todos los demás cuerpos cuando se mueven, producen en su girar alrededor de la Tierra, pues también la tierra es una esfera “.”…gira sobre sí misma de Oeste a Este y está dividida en cinco zonas: ártica, antártica, estival, invernal y ecuatorial, y con los demás planetas forma el Cosmos”.

La ciencia pitagórica de los números es el legado más valioso de nuestro sabio: “Todas las cosas son números”, es el aforismo clásico del pitagorismo.

Bajo el estudio de los números, que para los griegos era: “el saber como tal”; los pitagóricos incluían tres facetas que hoy; para nosotros, pertenecen a campos diferentes:

1° Por un lado estudiaban las relaciones entre los números y las formas geométricas: hablaban de números triangulares, cuadrados, oblongos, etc. En esta corriente de profundización de saber, recordemos los hallazgos más populares de Pitágoras, que han llegado hasta nuestros días: La Tabla de multiplicar, el teorema que lleva su nombre, y las nota musicales.

El llamado: Teorema de Pitágoras; enuncia que en un triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de sus catetos. Esta propiedad era conocida anteriormente por los egipcios, quienes obtenían la hipotenusa de un cálculo práctico: midiendo la sombra humana cuando ésta tenía el mismo largo que la estatura del hombre obteniendo los dos catetos que forman el ángulo de 90°; uniendo posteriormente los puntos extremos de estos para cerrar el triángulo. Así después por proyección sacaban otras proporciones. Pero el genio filosófico, y sobre todo el griego, se distinguía aquí por buscar el saber abstracto, es decir; la demostración, el porqué de tal función práctica desde la razón, desde el logos que lo explica sin necesidad de ejecutarlo. Es muy sencillo el ejercicio que lo demuestra. Pero para esto se necesitaba el uso afinado de los números y de la noción de superficie.

La tabla de multiplicar fue otra invención muy importante. Debemos verlo a la luz de los números griegos, que eran mucho más complejos que los arábigos que hoy usamos en Occidente. De modo que poder achicar las notaciones cuando se contabilizaban grandes cantidades fue un paso muy importante.

Los números y la geometría estaban mezclados. Esto es un rasgo psicológico de los griegos, puesto que aquello que no podía dibujarse, que no podía representar un ente material, aunque fuera aprehendido de forma abstracta, no existía. Y por ello, no pasaron de la tercera potencia: el volumen, que es lo máximo que podía entonces representarse. Y dado que la “nada” no era posible, no conocían el 0 (cero) tampoco, ni los números negativos.

2° Comprender paso a ser equivalente a medir, a ordenar, a contar, clasificar, y manejar las proporciones. Y proporción se convirtió en uno de los sentidos del logos.

3° Una última faceta fue el simbolismo pitagórico de los números, los cuales representaban la esencia de las cosas.

A Pitágoras se debe la palabra: Filósofo. Antiguamente se denominaba Sofos, o Sofón al sabio. Preguntado si se tenía por sabio (sofo), se llamó a sí mismo Philósofo: amante de la sabiduría.

Prohibía jurar por los dioses y pedirles en beneficio propio. En primer lugar porque debían las personas ser creídas por su sola palabra, y en segundo porque; –decía- no sabemos lo que nos conviene.

Consideraba que los animales eran congéneres con el hombre, y por lo tanto iguales. También las plantas eran seres vivos y podían ser personas reencarnadas.

Estaba prohibido comer carne y usar ropa de lana. Las mujeres no se consideraban inferiores al hombre; y también podían ser educadas en su hermandad, incluso una de ellas: Teano, llegó a ser una filósofa renombrada.

Prohibía comer habas -según Diógenes Laercio-, porque provocaba flatulencias. Algunos dicen que para los pitagóricos el alma era una especie de gas, pensaban que las habas lo contaminaban. No era Pitágoras el único sabio antiguo que desaconsejaba el comer habas. Tradiciones que se remontan hasta la cultura micénica, cuentan que estaba prohibida por la religión de los arcadios. Deméter, la diosa de la fertilidad les habría dado las legumbres y un arado tirado por dos serpientes para enseñarles la agricultura, pero les prohibía comer habas por ser impura. Creían que un demonio podía preñar a una mujer si comía habas, y dado que la reencarnación era una idea central de la religiosidad pitagórica, esto podría privar a alguien de un nuevo nacimiento.

No ha llegado nada escrito de la mano de Pitágoras hasta nuestros días. Su actividad política terminó siendo su ruina. De su muerte hay dos versiones, una dice que murió en el incendio de la sede pitagórica en Crotone, y otra que perseguido por los tarentinos dio en un campo de habas y no queriendo esconderse allí por lo que ya hemos dicho, lo encontraron y lo mataron.

(De mi libro: El Humor de los Sabios y Otras intimidades. Editorial Imagen Pública, 2003)