Lo que amo de Juan es que más allá de la distancia siempre lo siento próximo.
Él sabe cómo acortar las distancias sin saberlo.
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Lo que amo de Juan es que me da los abrazos más grandes del mundo
Lo que amo de Juan es que me da paz con solo decir un par de cosas.
O, a veces, no decirlas.
Lo que amo es que más allá de las diferencias me saca una sonrisa,
no importa dónde esté ni cómo esté.
Lo que amo es que nos amamos libres y entendemos que el amor es como la amistad, que se puede potenciar: es potencia y acto a la vez.
Lo que amo es que tanto él como yo sabemos que amamos, queremos, a otras personas y eso también es parte de nosotros y nos hace ser quienes somos.
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Él sabe que he dedicado versos a otros y a otras, yo sé que ha dormido con el perfume de otro cuerpo y ha amanecido entre otros brazos, ha dicho «te quiero» a más de una persona, ha compartido un mate, una comida, la cotidianidad con alguien más y amo que así sea, que pueda amar sin más
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Todo lo que amo de/en Juan no entra en estas palabras, ni en un poema porque: aunque el lenguaje crea sentidos todo lo agota y no basta.
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Por último, otra cosa que amo de Juan es cuando sonríe.