Un estepario con ojos de perro siberiano

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Los monstruos salieron de nuevo
Los monstruos jamás se fueron
Estaban dormidos
Esperando
Expectantes
Espectrantes
Al momento justo
de la soledad.
Otra vez debo amigarme con ellos
Uno por uno
Invitarlos a salir y abrazarlos
Discutir con ellos
llorar
bailar y volverlos a abrazar
Una vez más.

Los monstruos salieron de nuevo esta vez no sé bien qué hacer con ellos
¿Abrazarlos?
¿Reír?
¿Llorar?
¿Bailar?
Ellos, hoy, no quieren calma
Y la calma es necesaria
Con el mundo, con ellos
Conmigo, con los otros
La paz
La serenidad-para-con-las-cosas
Todo comienza de nuevo.

No me habitan dos lobos
Sino miles cada uno con su manía de querer doblegar mi espíritu,
mi ego
A veces dejo que hagan y me arrepiento
Pero los monstruos no dejan de salir
Siempre están ahí
Y no soy implacable, pero tampoco maleable
Los lobos saben eso y salen,
deambulan
se regocijan en la vulnerabilidad
Del ser humana
De la contradicción
Del enojo
Del amor
Del dolor
La culpa los alimenta
Lo sé, lo saben no hay nada más que eso
el peso de una cultura que aflige
que congela
que reclama a la conciencia
un arrepentimiento inhumano divino cristiano.

¡Hoy invocare a las musas de ser necesario!
Haré una oda a la culpa
A la angustia
Tal vez así los monstruos se vayan por un tiempo
y los lobos vuelvan bajo la piel de un estepario
y con los ojos del perro siberiano.

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