Independencia y agua: ¿Qué pasa con la Ley de Glaciares?
Cada 9 de julio nos hablan de la independencia como si fuera una fecha que quedó en el pasado. Un acto heroico, valiente, necesario, pero lejano. Sin embargo, cada año nos toca volver a pensar qué significa ser independientes hoy. ¿Qué defendemos? ¿Qué estamos dispuestos a cuidar?
Desde que empecé a estudiar derecho, algo que me sigue sorprendiendo —y que me encanta— es cómo el derecho está presente en absolutamente todos los aspectos de nuestra vida. A veces lo imaginamos como algo lejano, solo para abogados o jueces, pero en realidad todos vivimos dentro de un entramado legal que nos atraviesa y nos habilita a actuar.
El derecho no es solo una herramienta para litigar, sino también para participar, reclamar, defender derechos y proteger lo que es común. Cualquiera puede involucrarse: no hace falta tener un título para defender el ambiente, alzar la voz frente a una injusticia o informarse sobre cómo funcionan nuestras leyes.
Por eso, me parece importante aprovechar este espacio para hablar de temas que muchas veces no están en el centro de la agenda, pero que son urgentes y fundamentales para nuestro presente y nuestro futuro. Hoy, quiero hablar sobre la protección de los glaciares y la amenaza que enfrenta la Ley que los resguarda.
Los glaciares, esas masas de hielo que no solemos ver pero que son nuestra principal reserva de agua dulce. Es clave saber qué está ocurriendo con ellos: si desaparecen, se afecta directamente nuestra calidad de vida y el equilibrio ecológico. Hoy, alertan por proyectos legislativos que buscan modificar la Ley de Glaciares, debilitando su protección. Provincias con fuerte interés minero —como San Juan y Mendoza— podrían autorizar actividades extractivas en zonas que antes estaban blindadas. Entender por qué esto importa es imprescindible para vivir en un ambiente sano.
Ley 26.639: ¿Qué dice y por qué importa?
Sancionada en septiembre de 2010, la Ley 26.639, llamada “Presupuestos mínimos para la preservación de los glaciares y del ambiente periglaciar”, reconoce a los glaciares como bienes públicos estratégicos argentina.gob.ar+2argentina.gob.ar+2es.wikipedia.org+2.
Protege no solo los glaciares, sino también el ambiente periglaciar: esas zonas de suelos helados que funcionan como reguladores del agua, almacenándola y liberándola lentamente .
Prohíbe expresamente en esas áreas la minería, hidrocarburos, construcciones no científicas y vertidos contaminantes argentina.gob.ar+1es.wikipedia.org+1.
Ordena la realización de un Inventario Nacional de Glaciares cada cinco años. En 2018, se completó: 16.968 cuerpos de hielo cubriendo 8.484 km², ubicados en 12 provincias y 39 cuencas hídricas wired.com+15argentina.gob.ar+15es.wikipedia.org+15.
Datos de impacto que hablan por sí solos
Argentina tiene la segunda mayor cantidad de glaciares de Latinoamérica y está entre los 15 países con mayor superficie glaciar del mundo losandes.com.ar+1argentina.gob.ar+1.
Provincias como Santa Cruz, Tierra del Fuego, San Juan y Mendoza concentran la mayoría de esas reservas: Mendoza sola tiene 4.172 cuerpos de hielo en 1.230 km² losandes.com.ar+1losandes.com.ar+1.
Solo en la Patagonia, los glaciares han perdido más de un cuarto de su volumen desde los ’40, lo que representa una subida del nivel del mar en 4 mm desde 1940, y en las últimas dos décadas 26.500 millones de toneladas de hielo por año huffingtonpost.es.
El emblemático Perito Moreno retrocedió casi 2.000 metros en siete años, perdiendo masa de forma “irreversible” elpais.com.
Uno de los artículos más importantes de nuestra Constitución es el 41, que dice que todas las personas tenemos derecho a vivir en un ambiente sano, y que tanto el Estado como la sociedad tenemos la responsabilidad de cuidarlo, no solo para nosotros sino también para las generaciones que vienen. Esto no es solo una linda idea: tiene valor legal real y es la base para muchas leyes ambientales.
Una de esas leyes es la que protege los glaciares y el ambiente periglaciar. Esta ley forma parte de lo que se llama “presupuestos mínimos de protección ambiental”. ¿Qué significa esto? Que marca el piso básico de cuidado que todas las provincias del país deben cumplir. No pueden hacer leyes que protejan menos que lo que dice esta. Esto se basa en el principio de no regresividad, que en derecho ambiental significa que una vez que se logra un nivel de protección, no se puede retroceder.
También se aplica el principio precautorio, que es fundamental: dice que si existe la posibilidad de que algo cause un daño grave o irreversible al ambiente, el Estado tiene que actuar antes de que ese daño ocurra, aunque todavía no haya total certeza científica. Con los glaciares, los efectos del cambio climático ya se están viendo: pérdida de agua dulce, impactos en los ecosistemas, riesgos para las personas que viven cerca y cambios que afectan a todo el equilibrio del ambiente.
Por eso, permitir que haya minería u otras actividades en zonas protegidas, aunque sea con una “evaluación de impacto ambiental”, es un riesgo real. Muchas veces esos estudios no son independientes, y en nuestro país no siempre se cumple con el requisito de hacer audiencias públicas, como debería pasar por ley.
Si bien las provincias tienen el dominio original sobre sus recursos naturales (esto lo dice el artículo 124 de la Constitución), ese poder tiene límites: deben respetar los presupuestos mínimos que fija la Nación. Esta tensión entre lo nacional y lo provincial es parte de la discusión jurídica actual, y muestra lo complejo que puede ser el derecho ambiental en Argentina.
Pero en el fondo, el mensaje es claro: el agua es un derecho humano, y los glaciares son una fuente clave de ese recurso. No podemos mirar para otro lado mientras se discuten leyes que podrían debilitarlos.
Creo que no alcanza con solo saber lo que dice una ley: tenemos que involucrarnos. Informarnos, compartir, participar, preguntar, escribir, hablar del tema. Como dije el principio, el derecho no es algo que solo vive en los libros o en las aulas, está presente en lo que nos pasa todos los días, en los problemas que tenemos cotidianamente, en las decisiones que se toman en el Congreso y en lo que dejamos pasar o no como sociedad.
Si llegaste hasta acá, gracias por leer. Me encantaría saber qué pensás, así que podés dejar un comentario, compartir el link o seguirme en redes para seguir hablando de estos temas.


Mi nombre es Rocío Martin. Nací en Tierra del Fuego y vivo en Bahía Blanca. Hoy soy estudiante de abogacía y me interesan los medios de comunicación, el ambiente y las redes sociales.
Este espacio lo voy a usar para comunicar y reflexionar sobre problemáticas actuales —ambientales, sociales, legales—, sin perder de vista lo cotidiano, lo que vivimos todos los días. La idea es pensar en voz alta y construir, desde ahí, una mirada más consciente del mundo que habitamos.

fundamental no olvidarse del medioambiente y luchar contra todo agente que lo agreda. pero hoy lamentablemente la agenda no es de resguardo ni de soberanía. no sé puede tener una población sometida al hambre y esperar que se preocupen por lo que no está visible. para entender hay que comer, sino el desarrollo cognitivo extravía puntos de importancia estratégica por tener urgencias inmediatas. gracias por el aporte
Hola, cómo estás? Es verdad que las urgencias diarias muchas veces no nos dejan pensar en estos temas, pero justamente por eso creo que es importante visibilizarlos, para poder informarnos y generar conciencia. El ambiente y la vida digna están conectados, si se contaminan los glaciares o se pierde el agua, las primeras personas en sufrirlo son las que ya están vulneradas. Gracias por sumar tu mirada!