Las personas escuchan solo lo que quieren oír,

perciben solo lo que desean percibir.

Así, creen que solo existen las cosas que ellos quieren que existan.

Yo, en cambio, no sé qué quiero ver,

no sé qué quiero escuchar,

no sé qué quiero creer.

A veces, me alcanza con ver las luces que hacen los ojos al mirar,

a veces, me alcanza con escuchar las voces que el viento puede inventar.

Al final, sé muy bien

que la única verdad es que

las cosas que ves, que escuchás y que creés,

todas ellas se desvanecen,

se van, se alejan, 

y no vuelven.

Pero me gusta creer

que por un momento, se quedan con vos.

No sabes si al final te quedas con las manos vacías,

 o si no vas a escuchar más que el eco de tus días,

pero me gusta pensar que, al menos,

su recuerdo te va a quedar.

Pertenece a Canción del Este, novela que capaz algún día terminaré.