Si perezco algún día,

así de imprevisto,

rápidamente,

como quién no espera la muerte,

y ésta la sorprende.

Recuerden que sufrí y amé

en partes iguales.

No detengan el mundo.

No entorpezcan procesos.

Mi alma habitará lugares.

Mis cariños serán colores.

Cuando perezca,

porque así lo haré,

díganle al mundo 

que no estuve de acuerdo.

Que mis manos hicieron lo posible

por desarticular crueldades.

Díganle a todos

que no comparto

y que no tuve la valentía 

de gritarlo en vida.

Cuando perezca,

díganle a la gente

que tuve ganas, 

pero fingí la mayor parte del tiempo:

la esperanza, las fechas, la felicidad.

Intenté pertenecer de maneras absurdas:

al canon de la buena gente, 

la amable prole,

la masa solidaria.

Dejé inconclusos proyectos:

me pasaron por al lado,

los miré de reojo,

pero no me importaron.

Muchas cosas me afectaron

y las deglutí a lo oscuro.

Le dicen también a los otros

que miles de veces 

pensé en dejarlos a todos.

No iba a permitir que la suerte,

otra vez,

me tomara por sorpresa.

Sería mi voluntad

O no sería nada.

Cuando perezca

y se acaben los sucesos,

terminen los ciclos,

desistan mis intenciones,

el mundo seguirá siendo 

Y el corazón de los que me amaron arderán

y luego,

continuarán esquivos.

Que sepa la gente 

que no la toleré.

Que me costó amoldarme.

Que me dolieron las marcas.

Qué será de mis soledades

y de mis dolores más secretos.

Dónde quedará mi amor 

y dónde mi humanidad.

Se habrán evaporado.

A nadie le importará.

Mis declamaciones no tienen sentido.

La muerte, toda ella, tampoco.

E. M. G. – L. A. G.