Informe sobre mellizos.
Los mellizos odian la repetición. De los chistes, de las equivocaciones. No creen que su falta de singularidad sea singular. No, no son gemelos…

Venía caminando por la vereda de la sombra. Enfrente, los muchachos del taller comían mandarinas distintas de una bolsa de plástico naranja: las perfectas, balanceadas, sin semilla se van en los barcos que zarpan a lo lejos, donde termina la calle. No es buena idea que si te vas a pasar entre grasa y sustancias negras, tu pantalón sea rojo. Para eso se inventaron el azul oscuro, el negro y el gris plomo. Ellos no hacen más que reírse, escupir las semillas y fumar. Pensé que la gente joven ya no fumaría, pero arman un tabaco pasándose hojillas amarillas, cerrito y filtros.
La consigna de hoy era “había algo no tan bien en la ventana”. Por la ventana se veía un tejado y una flecha que apuntaba hacia la derecha. Busqué esa casa por meses, con escasas pistas. Después tuve más, era un primer piso hermoso, lo merecido. Me gustaría vivir allí, pero como en todas las casas, hay lágrimas en las ventanas, frustraciones ensangrentadas en el baño, plantas con flores pequeñas en el balcón. Y aquella repisa, aquellos móviles de lana, aquellas marcas de cotidianidad que hubieran sido tan parecidas a las mías, hasta que pasó lo que pasó.