Una posibilidad: No se puede abordar lo que pasa en la cárcel desde estructuras teóricas elaboradas por fuera de la cárcel.
Pienso en Rodolfo Kusch, en su necesidad de partir de la sabiduría popular latinoamericana para pensar Latinoamérica, pensar una nueva concepción que reemplace el ego cogito tradicional por el nosotros estamos. Ese nosotros estamos implica un sujeto colectivo que es diferente a la universalidad del yo, es un nosotros que acepta al otro y lo respeta en su diferencia.
Ese estar situado combate la alienación.
La educación apunta a combatir la alienación, en este caso salir del ser preso para pasar al estar preso.
Partir de lo que saben, de lo que circula, de lo que sienten, de lo que se aprende ahí, estando.
“Imaginen el estado de Fierro al llegar a su casa y encontrarla abandonada” , digo yo haciéndome el sensible.
“ Sin ir más lejos, es lo que nos puede pasar a cada uno de nosotros. No
sabemos con lo que nos vamos a encontrar al salir”
“A mí me pasó acá, eso de que me deje la “prienda de mi corazón”
“A mí también. Las mujeres no aguantan afuera”.
“Cómo explicar la actitud de Fierro hacia el moreno”, tiro haciéndome el borgeano.
“Fierro está tumbeando al moreno”.
“ – Sabés mucho del campo: el pelo de los caballos, los tipos de facones, la jerga. Viviste en el campo
– No, profe. Soy cuatrero. Pero no lo diga en voz alta ”
Lo que para ellos es cotidiano para mí es inaccesible, que solo puedo recuperar a través de textos. La experiencia de estar ahí es intransferible.
En ese espacio, Martín Fierro es EL libro. La empatía con el personaje los hace memorizar fragmentos. Desde lo académico, uno podría pensar en una lectura ingenua, de esas que solo se preocupan por el argumento.
En los hechos cada año me roban un par de libros de los 10 que llevo en ediciones económicas para leer en el aula porque la biblioteca no tiene ninguno. Esos libros quedan en los pabellones aunque quienes me los hurtaron hayan salido en libertad.
Cuando anuncio que vamos a empezar con el tema comienzan los recitados, a libro cerrado, de las estrofas memorizadas.
Un actor legítimamente olvidado durante muchos años reapareció hace algún tiempo para leerle el Martín Fierro a un muchacho que se hizo famoso por un robo. Buscaba con esa lectura, creo, bajar alguna clase de línea moral, imagino que a través de la lectura de los consejos.
Ese sí que no entendió nada. El actor, digo, no entendió lo que estaba leyendo.
De conformarse una especie de canon literario/carcelario, el Martín Fierro no podría quedar afuera. Las críticas surgen, todas, del lado de afuera de los muros perimetrales.