A más de cuatro años del crimen de los rugbiers
Fernando Báez Sosa se compró un helado de palito antes de que un grupo de rugbiers lo matara a patadas. El asesinato ocurrió el 18 de enero de 2020 en la puerta del boliche Le Brique, en Villa Gesell, tras una discusión entre la víctima (de 18 años) y la patota en el interior del establecimiento.
Fueron ocho los victimarios. Los jóvenes tenían entre 18 y 20 años, y sorprendieron al estudiante con un golpe en la nuca que lo dejó en el suelo, y que fue seguido por golpes de puño y patadas. Muchas patadas, y en la cabeza. Sus amigos – con quienes vacacionaba por primera vez sin sus padres – no pudieron ayudarlo porque los atacantes no les dejaban acercarse.
Según el examen médico, Fernando falleció a causa de un “paro cardíaco traumático por shock neurogénico producido por múltiples traumatismos de cráneo que generaron hemorragia masiva intercraneana intraparenquimatosa sin fractura ósea”. En su rostro, la huella de una zapatilla. Más tarde se comprobó que el calzado pertenecía a Máximo Thomsen, y la sangre evidente en la suela blanca era de la víctima.
El homicidio de Báez Sosa tiene la particularidad de ser el más filmado en la historia penal argentina: con el registro de cámaras de seguridad, del celular de un transeúnte e incluso de uno de los acusados – Lucas Pertossi -, sobraron herramientas para recrear la escena del crimen y determinar las culpabilidades.
Gráfico que recrea la escena del crimen, cortesía de Infobae
Tres años después del hecho, en febrero de 2023, el Tribunal Oral en lo Criminal N°1 de Dolores calificó el crimen como homicidio doblemente agravado por el “concurso premeditado de dos o más personas” y por alevosía, con lo cual estableció condenas a prisión perpetua por coautoría a cinco de los deportistas (Máximo Thomsen, Ciro y Luciano Pertossi, Enzo Comelli, y Matías Benicelli), y a quince años de prisión por participación secundaria a los tres restantes (Ayrton Viollaz, Blas Cinalli y Lucas Pertossi).
Después de una apelación por ambas partes, el Tribunal de Casación penal bonaerense confirmó las condenas en marzo de este año, aunque quitó el agravante de alevosía, y cuestionó la postura adoptada por los jueces de Dolores respecto a cuándo comenzó el dolo. La corrección casatoria determinó, con una mirada más dura, que la intención y el plan de matar por parte de los condenados se inició antes de que Fernando cayera inconsciente.
Dos meses más tarde, Thomsen, el principal acusado del crimen, brindó por primera vez una entrevista televisiva a Telenoche, tras cambiar de abogado (cuando, hasta entonces, el grupo era representado unánimemente por Hugo Toméi) y apelar ante la Corte Suprema de Justicia para solicitar la nulidad del juicio que lo condenó a prisión perpetua. “Participé, le pegué, pero nunca quise que esto terminara así”, reconoció.
«Nadie es quién para quitarle la vida a una persona – sostuvo el joven -. Si pudiera, volvería el tiempo atrás para que nadie pierda una vida». También agregó: “Rezo todas las noches por Fernando».
Los padres de Fernando reclaman prisión perpetua para los ocho asesinos
Graciela Sosa, la madre de Fernando, luego de los dichos de Thomsen, compartió en redes la imagen de la zapatilla manchada y escribió: «Nunca olviden que es la sangre de mi hijo… es imposible perdonar lo que hicieron».
Por su parte, el letrado Fernando Burlando, quien representa a Sosa y a su marido Silvino Báez, se expresó también acerca de las visibles lágrimas del ex-rugbier en cámara: «¿Vos tirás una patada al aire, como dice, y le dejás la marca en la cara de la impronta de la suela? Eso solamente se hace pisando y confirmando esa pisada, con más peso. Llora por él, no llora por Fernando”.