nuevamente encerrada

en la oscuridad

las paredes frías que ahora me encierran

no me abandonan al salir por la puerta

sentada en una esquina

me guardan

se achican

me exprimen

tal como una naranja a la que vuelven jugo

mis lágrimas con fuerza y dolor atraviesan mis lagrimales

mis ojos rojos

mi nariz colorada

el papel en el piso

veo una luz por debajo de la puerta

me asusta

no me gusta

desearía que allá afuera tampoco haya luz

y que nunca deba enfrentarme a ella