cuanto más miro el techo, más se expande

dejé el televisor prendido a modo de ruido blanco

no es necesario, el viento tapa cualquier sonido

la ventana abierta de par en par

casi puedo notar como el cielo negro invade mi habitación

afuera no parece haber señales de vida

podría ser un escenario apocaliptico

la penumbra, la luna solitaria, las ráfagas de viento y los ladridos de los perros

aunque solamente es lo cotidiano de mi vida

me enredo en mis pensamientos, cada vez mas retorcidos y oscuros

                                         similares a la noche

parecen tornillos, fuertemente ajustados a mi cabeza

no ceden ni aflojan, mis distracciones no son lo suficientemente contundentes

sin embargo, logro encontrar algo de paz

tirada sobre el suelo frio, hay algo reconfortante

no hay mal que dure cien años, no?

el dicho tiene una segunda parte

                                    prefiero no recordarla

intento dormir

pero es absurdo

mis propios tornillos me traicionaron y me dejaron anclada al piso

contemplo mi dormitorio, abatida por el aburrimiento

diviso una silueta sobre el escritorio

será el destornillador?

si, lo es

pero está recubierto de polvo, con telarañas y fuera de mi alcance