Ni siquiera sé cómo comenzar a expresar todo lo que tengo para decir.
Es cómo si mi yo sé haya despegado de mi otro yo y escriba esta carta como último pedido de auxilio.
Quizás, en estas mismas letras encuentre o no, las respuestas que estoy buscando.
Querida Julieta.
Primero que nada que loco haber empezado a escribir esto diciendo «querida», se que estás a punto de cumplir 28 años y sé que esto va más allá de reflexiones innecesarias que nada tienen que ver con la edad.
Estás donde habías soñado unos años atrás, y cuando digo unos años me refiero a 4 años.
Tenés tu propio departamento, un trabajo estable con un buen sueldo, a tu gatita, te podés sentar a ver una peli (la que quieras) incluso podés repetir capítulos de Friends y de sex and the city sin que nadie te critique.
Podés guardar chocolates en la heladera sin que otro te los coma sin permiso, podés traer a la gente que quieras, podés andar en bolas, despertarte y dormirte a la hora que quieras, en fin…es todo lo que habías soñado, todo lo que manifestaste un día de lluvia escuchando jazz, ese día horrible en donde llorando, separabas la ropa que ibas a llevarte cuando te fueras de tu casa sin siquiera tener hogar propio.
Pero ahi, te encontraste con la soledad, y te peleaste con ella y casi te mata ¿te acordás?.
¿Te acordás de esa noche ? Mmmm bueno, mejor no hablemos mucho sobre eso.
Un día te despertaste y entendiste que la vida es más que eso.
Tanto trabajo y no podés disfrutar de tu juventud, ni de tus amigos, ni siquiera de Úrsula, que vive sola prácticamente.
¿Té das cuenta que te duele todo, todo el tiempo?, Conociste el estrés, el dolor, el miedo a morir, la soledad, el miedo a vivir, las agujas, las pastillas.
¿Ese era el mundo que vos querías? Cada tanto tus íntimos te dicen. «Tenés que recibirte de abogada, eso es lo que vos sos!.»
O, «tenés que recibirte de profesora, vas a tener trabajo seguro», cómo les decís que no estás segura de querer eso para vos?
Has pensado en migrar, pero las grandes ciudades te dan miedo, has pensando en renunciar, pero ésta sociedad capitalista te tiene atrapada.
Ahora estás ahí, escribiendo mientras te tiemblan las manos, no hay dios que te escuche, ni fuerzas para nada, no sabes cómo llegaste ahí ni como salir.
Entonces el corazón te late fuerte otra vez y tenés mucho miedo a caer, y escribís para ver si alguien te lee así soñás que en un universo paralelo, en una sociedad con otra idiosincrasia podrías vivir de esto.
Porque te enseñaron que del arte no se vive, porque te enseñaron a que tenés que tener un trabajo que te ate para tener una casa y un auto.
Pero no te enseñaron a ser feliz siguiendo lo que te dicta el corazón.
Ay Juli, definitivamente en esta carta no encontramos la solución a tu problema.
Pero por lo menos, dimos el primer paso, y aceptamos que algo no anda bien.
El consejo seria. Respira, llora, que no hay mal que dure cien años.
A veces, lo mejor es saltar, sin mirar abajo, porque el que no arriesga, no gana.