Durante la semana declinante el gobernador Axel Kicillof determinó que Bahía Blanca volviera a fase 3 para contener el creciente número de casos de coronavirus de los últimos 14 días. Sin embargo, parece que parte de la indicación provincial se perdió en algún punto de los más de 600 kilómetros que separan a La Plata de nuestra ciudad porque lo que se implementó desde el municipio se sigue pareciendo mucho a la fase 4 en la que estábamos antes.

El gobierno de Héctor Gay ya venía sosteniendo un discurso anticuarentena bastante notorio pero se podía esperar que igual se tomaran medidas, para evitar una posible situación de colapso. Quedó claro que eso no iba a pasar cuando se confirmó que no se iban a solicitar permisos de circulación, medida clave para una fase 3 con pretensiones de efectividad. El mensaje municipal fue una declaración de principios: nosotros no vamos a controlar nada.

Por supuesto que el movimiento de gente no disminuyó con el cambio de fase, que era el principal objetivo. La reducción de actividades y la prohibición de la venta presencial sirven como parte de un todo que genere una merma de circulación de personas, que en fase 3 no debería ser superior al 50%. Como medidas aisladas tienen una injerencia mínima en términos sanitarios, que casi motivan a decir “Listo, si la cosa va a ser así, volvamos a fase 4”. Así se deja de bastardear el concepto de aislamiento social obligatorio con esta mentira que después van a usar los anticuarentena para decir que llevamos no sé cuántos meses parados y no sirvió para nada. Así los comerciantes de los rubros afectados por la pandemia pueden seguir viviendo en carne propia como la venta presencial no soluciona sus problemas económicos, por más que tengan todo abierto de par en par.

El senador provincial bahiense por Cambiemos, Andrés de Leo, ya viene instalando un fuerte mensaje anticuarentena desde los primeros tiempos del decreto nacional y lo reforzó en los últimos días asegurando que el retroceso de fase «va a perjudicar a las actividades que vuelven a limitarse, pero no modificará la cantidad de contagiados “. La parte que no dice es que el municipio, que pertenece a su mismo partido político, es responsable de esta falencia con su inactividad.

Siempre hay que recordar que se puede seguir vendiendo por delivery o retiro por el local (take away) en cualquier fase y en cualquier rubro, tras una compra por medios no presenciales. Formato al que los comerciantes que quieran sobrevivir a esta catástrofe tendrán que ir adaptándose poco a poco, con la ayuda de los clientes que tendrán que hacer también su aporte. Estudios de CAME y consultoras privadas muestran un crecimiento interanual de la venta online de más del 350%. Ya era una tendencia antes de la pandemia. Ahora es una necesidad.

Volviendo a la política, se suele hablar de la teoría del péndulo. Es un tanto zonza si se la profundiza, pero puede servir como premisa analítica para la situación que estamos viviendo. Luego de estar contra un costado, la fuerza del retroceso genera un impulso que lleva al péndulo contra el lado opuesto. Después el movimiento se repite en sentido inverso. Y así, indefinidamente. Simplificando muchísimo para no aburrir, se puede decir que el macrismo llegó a la presidencia aprovechando el retroceso del kirchnerismo. Cuatro años después, el peronismo unido retomó el poder debido al retroceso de Cambiemos.

Con las medidas de aislamiento social obligatorio está pasando eso. Las crisis económicas aceleran los tiempos y agrupan a la gente, por izquierda y por derecha. Los anticuarentena están aprovechando el impulso del hastío, del agotamiento, de la restricción. Los defensores de la ASPO tenemos cada vez más argumentos, pero a la vez menos energía. La genuina desesperación de mucha gente también merma las ganas de discutir, para evitar el improductivo escenario de pobres contra pobres.

Se imponen entonces dos metodologías desde este humilde espacio de opinión. Seguir aportando contenido para que la mayor cantidad de gente pueda comprender por la vía de la información y el análisis lo que otros comprenderán en uno o dos meses por la vía de los enfermos y fallecidos en sus entornos personales.

El otro camino es seguir trabajando para unir a la mayor cantidad de argentinos para sancionar una ley que sólo afectaría al 0,08% del total de nuestros habitantes. El impuesto a los ricos o como quieran llamarle. El proyecto más firme es el de Carlos Heller y Máximo Kirchner. No tiene nada de estructural ni revolucionario y funciona apenas como una limosna impositiva única, pero generaría el equivalente a un punto del PBI para destinar exclusivamente a esta emergencia económica, sanitaria y social. Ni siquiera es mucho, pero es algo por donde empezar a trabajar.

Volviendo a Bahía, se vuelve dramático el bolsonarismo explícito de varios de los integrantes del gobierno. Muchos los hemos señalado en artículos anteriores, pero siempre aparecen nuevas frases para destacar.

Ante el silencio casi absoluto de los habituales comunicadores del municipio, fue la senadora provincial Nidia Moirano, parte fundacional del Cambiemos bahiense, la que apeló a que «no se puede parar tanto tiempo el país» y a que «los menores de 65 años y que no tienen ninguna patología de riesgo tienen que salir a trabajar”, en lo que bien podría haber sido un textual de los presidentes de Brasil o Estados Unidos. Hay que recordarle a la senadora que miles de personas que no entran en esa categoría morirían igual si se desborda el sistema sanitario. O pueden ser también vectores de una enfermedad que no suele ponerse tan específica ni responsable a la hora de contagiar. Hay que reconocerle cierta coherencia a la senadora Moirano, después de todo le gusta que la llamen con el mismo apodo que a Margaret Thatcher.

Bahía Blanca y los testeos

Tomemos como fecha bisagra el 26 de junio. Ese día una chica de 22 años se convertía en la primera contagiada bahiense en figurar como transmisión comunitaria. Ese día tendríamos que haber vuelto a fase 1 por una o dos semanas como recomiendan miles y miles de infectólogos alrededor del mundo y quizás hoy estaríamos nuevamente en fase 4, contando los días para subir al quinto y último nivel.

Pero no. Se optó por el otro camino. Ya marcamos en estos artículos el caso de Córdoba y la otra estrategia potencialmente viable. No volver a una fase tan estricta pero intensificar la búsqueda de casos, contactos estrechos, cadenas de contagio. Para esto, esencialmente, se necesita subir la cantidad de testeos hasta niveles recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Según la sugerencia del mayor ente sanitario global, la cantidad de positivos sobre el total de examinados no puede superar el 10%. Si el porcentaje es mayor, hay que aumentar los testeos hasta llegar al índice mínimo estipulado.

En honor a la verdad son muy pocos (por no decir ninguno) los países que podríamos definir como tercermundistas que logran este máximo de positividad recomendado, en un contexto de alza de contagios. Muchos países incluso han dejado de publicar este dato para no alarmar, usando un poco la estrategia que usa la municipalidad bahiense. Brasil dejó de hacerlo al llegar al 44% de positividad.

La media nacional argentina ronda el 30%, traccionado mayormente por el AMBA, que supera el 40% de casos positivos por testeo realizado. Chile, por poner un ejemplo con mejores índices que nosotros, se queda a las puertas de la recomendación de la OMS con un 18%. Es destacable que nuestros hermanos trasandinos bajaron el índice junto con los contagios, en una curva que parece perder intensidad después de un ascenso furioso. Nosotros estamos en plena subida.

Veamos la positividad local desde el bendito 26 de junio, cuando la transmisión comunitaria llegó a Bahía. Los números corresponden a los brindados por el Municipio de Bahía Blanca, en su sitio web.

Es evidente que los números de la ciudad no están dando bien. Se puede decir como algo positivo que sí se aumentaron los testeos en el último tiempo, pero se demoró mucho en esa reacción y aún con esa suba seguimos estando en números altísimos de positividad durante dos semanas más. La mayoría de los días superamos la media nacional, llegando incluso a duplicarla en dos oportunidades. Son números que meten miedo incluso comparados con los del AMBA, que anticipan muchos positivos por venir, que hoy mismo siguen haciendo su vida “normal”, quien sabe con qué respeto por la vida de los demás.

Llama la atención el resultado del 13 de julio, curiosamente después de un domingo. Se hicieron un notorio número de test (137), que superaban varias veces el promedio diario. El número de positivos (9), sin embargo, fue el más bajo de la quincena.

Sin ningún tipo de información se pueden especular dos cosas, ninguna buena. O se destinaron muchos test en pistas falsas o se realizó una carga de negativos atrasados, sin avisar en forma clara a la población o la prensa.

Si efectivamente cargaron datos atrasados, correspondería una aclaración sobre a qué período pertenecen para poder medir la cantidad de testeos y su positividad con algo de certeza. En cualquier caso, el promedio final desde el 26 de junio hasta hoy nos da un 34% de diagnosticados con covid sobre exámenes realizados. Por encima tanto de la recomendación de la OMS como de la media nacional. Bastante cerquita de los números del Área Metropolitana de Buenos Aires, el que para muchos representa el espejo que nos adelanta lo que se viene. 

Falacias anticuarentena: especial impuesto a los ricos.

Para ver falacias anteriores hacer click acá.

Falacia 9: Antes que los ricos, que se bajen el sueldo los políticos

La primera falencia de este argumento es que una cosa no tiene por qué anular a la otra. Podrían ambas medidas coexistir sin ningún tipo de contradicción.

El segundo punto en contra es el monto que representaría. Mientras que el proyecto presentado por Carlos Heller y Máximo Kirchner busca recaudar unos 3.000 millones de dólares (un 1% del PBI) de los patrimonios más altos del país, el ahorro que supondría bajarle el sueldo a los diputados, por poner un ejemplo que trató el diario Perfil, se ubica cerca de los 200 millones de pesos, literalmente una milésima parte.  

De todas formas, no estaría mal una reducción salarial de los funcionarios de altos sueldos, aunque eso no es ni un condicionante ni un obstáculo para seguir buscando un alivio de las mayorías en el bolsillo de una ultra minoría acaudalada.

Falacia 10: Los ricos no deben pagar el impuesto porque también perdieron con la pandemia

Naciones Unidas, la OMS, Daniel Arroyo (ministro de desarrollo), el New York Times, Flacso, la CEPAL y hasta el Fondo Monetario Internacional. Todos coinciden en que la pandemia está dejando un saldo creciente de pobreza y desigualdad, no sólo en Argentina sino en el mundo entero.

Ahora bien, es entendible que la pobreza suba porque se está contrayendo la economía y muchos se caen de la clase media pero, si todos estamos haciendo el mismo esfuerzo, ¿por qué sube la desigualdad, si debería ser una variable constante? ¿No se supone que todos le estamos poniendo el hombro a esta crisis con igual compromiso? Los ricos seguirían siendo ricos sí, pero si esta falacia fuera cierta tendrían que haber descendido sus ingresos en forma proporcional al resto de las clases sociales. La torta debería achicarse para todos en idéntica medida, si es que estamos hablando de justicia o algo parecido.

Bueno, parece que no. Que los pillines que más tienen, como pasó en todas las crisis internacionales recientes, no pierden a la par que los demás, sino que aprovechan para aumentar la diferencia a costa del sufrimiento de millones.

Falacia 11: Los empleados, en especial los estatales, no pueden hablar de la cuarentena porque tienen sus ingresos asegurados.

Este argumento se utiliza mucho por los anticuarentena para desautorizar ad hominem a un oponente discursivo. Si no sabés lo que es tener un comercio no podés opinar sobre los efectos de las restricciones, sería más o menos el mecanismo. Hablan incluso de falta de empatía, como si pensar en la salud de millones de argentinos adoleciera de esa cualidad humana.

La primera parte de la refutación de esta falacia es que ni siquiera es cierto el enunciado. Los empleados, estatales, privados o mixtos, pueden y han perdido el trabajo o sufrido recortes de sueldo o han sido suspendidos, incluso con la ley antidespidos vigente. Otros han visto reducidas sus horas extras, adicionales, viáticos y largo etcétera que reduce sus ingresos mensuales. Pero todos los trabajadores registrados verán este año como sus paritarias no existen o se reducen a números mínimos, por lo que la inflación también reducirá sus salarios para cuando termine el 2020. Nadie se beneficia ni está cómodo ni seguro con esta pandemia, salvo que esté en el 0,08% de la población más rica del país.

La segunda parte de la refutación es lo inválido del mecanismo. Como no sos esto, no podés opinar sobre eso. Es una reminiscencia del voto calificado, del necesitar una voz autorizada para hablar sobre el futuro del país. Lo curioso es que los comerciantes que usan este argumento después opinan sobre epidemiología, protocolos sanitarios y salud pública con seguridad y soltura. Se ve que últimamente está saliendo mucho el curso de medicina online para emprendedores.