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Introducción 10 Industrias Estratégicas

Este libro se presentará acá y podrá comprarse del 9 al 12 de octubre en el stand de Trafkintu en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bahía Blanca:


Introducción

Este documento no busca homogenizar la historia ni negar matices. Cada etapa del siglo XX y XXI argentino tuvo políticas exitosas, algunas menos felices y otras fallidas. No hablamos desde la nostalgia ni el rechazo, sino desde la posibilidad de aprender y construir. Las diez industrias estratégicas que proponemos no son una receta cerrada, sino una invitación a debatir futuro con los pies en nuestra historia que irá mejorando en cada edición con cada aporte recibido.

Tampoco creemos que el desarrollo se agote en el producto bruto. La soberanía se juega también en el plano simbólico, cultural y afectivo. Por eso, estas industrias están pensadas para fortalecer no solo la economía, sino también nuestra identidad colectiva y el derecho a soñar un país propio.

Argentina arrastra desde hace más de un siglo un mismo conflicto irresuelto: su dotación de recursos naturales no se ha traducido en desarrollo sostenido, justicia social ni soberanía plena. La riqueza sale en bruto, el trabajo se lo llevan afuera, el saber se va. Mientras tanto, discutimos nombres, slogans y candidaturas sin tocar lo esencial: qué país queremos construir y con qué herramientas vamos a lograrlo.

Este documento propone eso. Un cambio de eje. Una hoja de ruta posible, seguramente mejorable por quienes lo lleven adelante, aconsejados por expertos en las distintas áreas. Una provocación, también, por pensar ideas sin estar en los espacios de poder pero no sin más que la noble intención de que este sea un país mejor para todos.


Porque lo que aquí presentamos no son deseos ni utopías: son diez industrias estratégicas que, con decisión política y planificación estatal, pueden cambiar la matriz productiva del país, generar divisas, empleo calificado y proyectar soberanía tecnológica y cultural sobre el globo.

Es nacional porque para llevarlas adelante hace falta amor por la Patria, soberanía política, y un Estado dispuesto a bancar posiciones incluso en los momentos más hostiles.
Y es popular porque estas políticas están pensadas para beneficiar a la mayor cantidad de gente posible, con prioridad en los más necesitados, sin excluir al trabajador ni al empresario.

La lógica es simple: trabajo argentino bien pago = mercado interno fuerte = más producción y consumo = más empleo. Así funciona. Así funcionó cada vez que nos fue bien. Así funcionó en Japón, China o Corea del Sur mientras sus economías se industrializaban. No hay largos caminos por el sufriente desierto o el oscuro túnel para llegar a un paraíso financiero donde todo es posible. Las mejoras se deben notar enseguida o estamos yendo en la dirección incorrecta. 

Un país sin plan, con pocas reservas y muchos recursos

En el momento en que se escriben estas líneas, Argentina atraviesa una de las crisis más profundas de su historia. No por falta de recursos, sino por la incapacidad de transformarlos en bienestar.

Somos un país sin planes estratégicos de más de cuatro años (a veces ni eso), sin políticas de Estado básicas que puedan sostenerse entre gobiernos, incluso de una misma coalición partidaria o afinidad ideológica.
Somos, todavía, un país notoriamente primarizado: exportamos minerales, combustibles y alimentos con escaso o nulo valor agregado y compramos productos terminados, tecnología, insumos industriales y hasta alimentos procesados que podríamos fabricar acá, con las generosas reservas energéticas que tenemos y los millones de empleados y empleadas de primer nivel formados por la educación argentina.

El resultado: los dólares no alcanzan, las industrias no despegan, el trabajo es insuficiente, la desigualdad no cede.

Y mientras algunos insisten en que el Estado es el problema, la historia muestra lo contrario:
No hubo ni habrá proceso de industrialización sin participación activa del Estado.
Nunca en el siglo XX. Tampoco en lo que va del XXI.
El capital solo no lo hace.
La mano invisible del mercado no levanta fábricas donde no hay rutas, créditos, ciencia ni consumidores.

Lo que aquí proponemos es simple de entender y difícil de lograr: crear un ecosistema que haga inevitable el surgimiento de estas diez industrias estratégicas, apalancadas por un Estado planificador, articulador y eficiente.
Algunas podrán ser ayudadas por una inversión inicial fuerte del presupuesto estatal. Todas se financiarán solas desde el primer día por la propia concepción de la ley que las crea. Todas juntas le cambiarán la cara al país en menos de cinco años. En 10 años, Argentina estará entre las potencias a nivel mundial en cada una de estas industrias.

Escala de primarización / industrialización

No estamos en contra de todo tipo de extractivismo ni del desarrollo agrícola, ictícola o ganadero pero no podemos seguir siendo tan primarizados, aceptar tan mansamente nuestra condición de economía de enclave, al servicio de intereses extranjeros que se llevan toda la plusvalía.

A lo largo de las diez propuestas vamos a hablar de la transición de la primarización (sobre todo en los capítulos de Litio, Cannabis, Energía y Alimentos) a la industrialización. 

Lo que proponemos es una reforma impositiva general para productos derivados del extractivismo y la agricultura arrasadora, la que drena los recursos de la tierra sin preocuparse por su futuro. Un nuevo esquema que reemplace impuestos regresivos o ineficientes por una lógica escalonada.

Va a haber un nivel impositivo superior donde se cargue con altos impuestos a los productos vendidos al exterior a granel, en contenedores, a través de un caño y que esos impuestos se vuelquen a la producción sin pasar por el gobierno de turno. La búsqueda que tiene este impuesto, para nada original,  es que las materias primas se vendan en el mercado interno, donde la transacción no va a tener el recargo o que el extractivista mismo agregue funciones a su actual emprendimiento, aunque sea tercerizando el valor agregado, para poder cambiar de nivel impositivo y pagar menos tasas.

Pensemos en el trigo, como veremos en el capítulo de la Alimentación, pero es aplicable a otros cereales. Un productor podría ponerse a hacer harina con parte de su producción para vender un producto con mayor valor agregado y reducir impuestos, pero aún así puede vender en el mercado local para que otros productores hagan, empaqueten y masifiquen la producción de alimentos a base de harina de trigo. 

Con propaganda internacional y soft power cultural como veremos en el capítulo 3 sobre la Cultura  se puede instalar como marca la harina de trigo argentina regional y mundialmente y, con ese impulso vender no sólo el insumo de marca, sino productos terminados y envasados como pastas, galletitas, golosinas, variables del pan y de pizza, etcétera. Eso no sería difícil de lograr dado la imagen de “granero del mundo” y el prestigio de nuestra carne y nuestros vinos, entre otros placeres gastronómicos vernáculos.

Es cierto. Hoy Argentina no tiene capacidad instalada para procesar todo el trigo que cosecha. Sin embargo, con crear o redirigir las retenciones de vender la materia prima se puede crear un ente que vaya  generando ese entramado de empresas privadas, públicas o mixtas, cooperativas y asociaciones que vayan aportando valor agregado, tanto para consumir dentro del país como en el exterior. Sólo es cuestión de aumentar o reasignar los ingresos por retenciones de materia prima o aranceles a las importaciones de productos terminados que estén dentro de estas 10 Industrias Estratégicas..    

A mayor valor agregado, menos impuestos y retenciones. A mayor trabajo argentino, más beneficios fiscales.

Los productores tienen que querer industrializarse para poder pagar menos impuestos —o directamente ninguno— e incluso recibir subsidios, si el valor agregado y el empleo directo e indirecto que generan vale la pena para todo el país.

Y esto no sólo lo tienen que saber los empresarios. 

Los sindicatos lo deben transmitir a sus afiliados.

La cultura tiene que hacer su aporte llevando el mensaje a la sociedad, así como la propaganda oficial. Lo contrario a la publicidad de la silla rota del gobierno vendepatria de la dictadura donde se destacaba lo importado por sobre lo nacional.

Para todos los argentinos es mejor que se exporte un producto eléctrico con batería de litio que el litio con el menor trabajo necesario para que sea vendible..

Si se trata de alguna de las diez industrias estratégicas, y el trabajo argentino es calificado, se aplicarán beneficios adicionales a toda la cadena: subsidios, energía barata, exenciones impositivas, aranceles a la competencia extranjera, etcétera.

¿Y quién regula los niveles? 

Algunas industrias ya tienen ministerios, secretarías, entes estatales o autárquicos que podrían establecer —negociación mediante con cada sector— una tabla de la Industrialización correspondiente.

Para las otras, vamos a crear entes autárquicos, como el ILA (Instituto del Litio Argentino), siguiendo el ejemplo del INCAA:

Un organismo con participación del sector, con financiamiento propio a través de impuestos específicos y autonomía para garantizar continuidad más allá de los gobiernos de turno.

La reforma impositiva que proponemos no castiga al que produce: premia al que industrializa. No penaliza el trabajo argentino: lo multiplica.

Un INCAA en cada industria

El INCAA fue creado en 1957 pero modificado por ley en 1994 y, desde entonces, se financia con el 10% de cada entrada de cine, entre otros ingresos originados en el sector audiovisual. .Cualquier entrada del cine que se venda, no sólo de películas argentinas. Técnicamente, si a una persona que sólo mira tanques hollywodense le recriminan que no favorece al cine argentino, él puede objetar que eso es mentira: el paga el 10% de su entrada para que funcione el INCAA.
No sale del presupuesto general de la Nación Argentina. No compite con educación, seguridad ni salud.
Gracias a esto y a su vasta tradición, el cine argentino existe como un fenómeno masivo y generador de divisas porque si dependiera del mercado, no se harían más que 10 ó 12 películas al año, en lugar de las más de 150 que se hacen ahora..

¿Y si hiciéramos lo mismo en otros sectores estratégicos?

  • Un ISA (Instituto Satelital Argentino), financiado con un 3% sobre la venta de dispositivos que usan satélites, para garantizar conectividad gratuita en todo el país y vigilancia soberana, de asistencia y climatológica sobre nuestro territorio, Malvinas, Antártida y el Atlántico Sur.
  • Un ILA (Instituto del Litio Argentino), financiado con un 5% sobre importaciones con baterías de litio y 10% de las exportaciones de Litio como materia prima, para subsidiar la industrialización del litio y multiplicar la capacidad energética de los hogares argentinos en caso de cortes de luz.
  • Un ente para la industria naval, otro para el cannabis, otro para el software, otro para convertir la harina en fideos premium, otro para los drones y aviones, otros para el resto de las artes que no entran en el INCAA. 

Cada uno financiado por su propia actividad, sin tocar el presupuesto nacional. Todos las leyes con financiación propia. Algunos a los productos terminados, otros sólo a importados y el restante a las materias primas para agregarles valor.

El principio es el mismo: quien se beneficia con un mercado, contribuye a su desarrollo estratégico.
El Estado no se retira. El Estado conduce. El Estado apuesta a futuro.

A su vez, el carácter autárquico tiene muchos beneficios, pero el más importante es este: las políticas del ente pueden sobrevivir a los gobiernos. 

Pueden tener continuidad. 

Pueden convertirse en política de Estado.

¿Quién decide las autoridades de estos Institutos?

El principal problema actual del INCAA radica en que cada nuevo Presidente que llega al país, elige al titular del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales y eso, como ya se ha demostrado en experiencias recientes, le quita cierto nivel de autarquía y los gobiernos de turno pueden impulsar o limitar las políticas del ente, más allá de que la financiación se mantenga.

Para solucionar esto, lo mejor es diluir el poder del Ejecutivo en un Consejo formado por otros sectores de la industria.

Proyecto de Ley Marco para la Creación y Gobernanza de Institutos Autárquicos de Desarrollo Estratégico

El siguiente sería un bosquejo de parte de la ley que debería sacarse para cada una de las 10  industrias, incluidos el INCAA y el INAMU en el capítulo 3. No es una ley terminada, sino un punto de partida:

Artículo 1 — Objeto

Créase el régimen legal aplicable a los Institutos Autárquicos de Desarrollo Estratégico en los sectores definidos por ley como prioritarios para la soberanía nacional, el desarrollo industrial y la inclusión social.

Artículo 2 — Naturaleza y autarquía

Los Institutos creados bajo el presente régimen son organismos públicos autárquicos con personalidad jurídica propia, independencia funcional y autarquía económica y financiera. No dependerán del Presupuesto General de la Nación (aunque pudieran recibir partidas adicionales de este, sin influir en su autarquía)  y se financiarán mediante impuestos específicos establecidos por ley.

Artículo 3 — Consejo Directivo

Cada Instituto contará con un Consejo Directivo con poder vinculante y funciones de supervisión, diseño estratégico y control de gestión.

 Artículo 4 — Composición del Consejo Directivo

El Consejo Directivo estará conformado por los siguientes 11 miembros titulares:

1. Un/a representante del Poder Ejecutivo Nacional.

2. Dos representantes designados por el Consejo Federal de las 24 provincias, garantizando la paridad de género.

3. Un/a representante del sistema académico y científico como universidades nacionales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas( CONICET).

4. Dos representantes de los trabajadores del sector (sindicatos reconocidos), garantizando la paridad de género.

.5. Dos representantes de las cámaras empresarias vinculadas al sector, garantizando la paridad de género.

6. Un/a representante propuesto por la Cámara de Diputados.

7. Un/a representante propuesto por la Cámara de Senadores.

8. Un/a representante de la economía popular (cooperativas, movimientos sociales, mutuales productivas).

Los miembros durarán 4 años en sus cargos, con posibilidad de una sola reelección, y no podrán ser removidos salvo por causas debidamente justificadas.Serán ad honorem o con un salario que no supere al de un Diputado, atado a la recaudación del ente. Si la designación de su reemplazante se viera demorada mantendrá su cargo hasta que se resuelva la situación.

Artículo 5 — Presidencia del Instituto

El Consejo Directivo elegirá por mayoría simple a la persona que ejercerá la Presidencia del Instituto. Tiene que ser una persona que no esté en el Consejo Directivo. En caso de empate, se realizará una segunda votación entre los dos más votados. 

La Presidencia tendrá una duración de 4 años, con posibilidad de una única reelección. Deberá rendir cuentas ante el Consejo y la opinión pública cada trimestre.Serán ad honorem o con un salario que no supere al de un Senador, atado a la recaudación del ente. Si la designación de su reemplazante se viera demorada mantendrá su cargo hasta que se resuelva la situación.

Artículo 6 — Funcionamiento

El Consejo deberá reunirse como mínimo una vez por mes. Tendrá quórum con 5 miembros y resolverá por mayoría simple, salvo disposiciones especiales. Podrá emitir informes vinculantes, recomendaciones, y también autorizar planes estratégicos, licitaciones, convenios o cambios presupuestarios. Serán los encargados de definir la tabla de primarización/industrialización.

Artículo 7 — Informes públicos

El Consejo y la Presidencia estarán obligados a elaborar informes trimestrales de gestión que serán remitidos al Poder Ejecutivo, al Congreso Nacional, y publicados en el sitio web del Instituto.

Artículo 8 — Reforma y blindaje institucional

La composición, autonomía y financiamiento de los Institutos creados bajo esta ley no podrán ser modificados sino por ley específica aprobada con mayoría absoluta en ambas cámaras del Congreso Nacional.

Soberanía energética: una estrategia con horizonte

Argentina debe construir una soberanía energética propia que combine tres pilares: aprovechar al máximo nuestros hidrocarburos mientras duren, industrializar el litio como base del almacenamiento eléctrico distribuido, y fortalecer la energía nuclear como reserva estratégica de base constante. 

No se trata de elegir entre fuentes, sino de usarlas todas para volvernos más autónomos. Necesitamos energía abundante, barata y nacional para que las industrias arranquen y el trabajo se multiplique. Esa energía no puede depender de importaciones ni de las reglas del mercado global. Cada watt que no controlemos es un límite a nuestra soberanía. Cada batería nacional, cada central nuclear, cada pozo bien usado es un paso más hacia una Patria industrial, federal y libre.

Tampoco se trata de llenar todo de subsidios. Lo justo y necesario para que las 10 industrias estratégicas puedan consolidarse. 

Déficit fiscal, desarrollo y que cierren los números con la gente adentro

¿Y el déficit fiscal?  ¿Y los números? Este documento no es una candidatura a Presidente ni mucho menos, apenas sugerencias a los que tengan ese honor. Además, este plan se acomoda a miradas completamente opuestas en este aspecto. 

Los que crean que Argentina es un infierno fiscal podrán redirigir estos nuevos impuestos a los ya existentes, sin generar nuevas cargas impositivas. Si, por el contrario, si él o la futura presidenta considera que hay sectores que deberían tributar más podrá crear impuestos completamente nuevos y  también el plan funciona. El equilibrio entre ambos extremos lo determinará la persona elegida por el pueblo y las circunstancias. 

Pero hay dos realidades que no se pueden soslayar. Necesitamos más dólares de los que gastamos o todo termina invariablemente mal y necesitamos consumo interno para fomentar, junto con la salud y la educación, el ascenso de nuestras clases sociales: la media cada vez pequeña y las más necesitadas.

Lo dijimos y lo repetimos: estas estructuras autárquicas no recargan el presupuesto nacional.
Se financian con impuestos específicos sobre sus propias cadenas de valor.
Generan trabajo, producción y luego devuelven en forma de crecimiento económico, ahorro de divisas, sustitución de importaciones y recaudación tributaria indirecta.

Los países que se desarrollaron no recortaron para crecer. Invirtieron. Apostaron. Planificaron. Lo hicieron Taiwán, Francia o Vietnam. 
Tuvieron déficit para hacer cosas que generarán riqueza o pusieron altos impuestos a los sectores dominantes, estatizaron industrias, crearon otras nuevas..
Después, los números cerraron. Pero con la gente adentro.

La Argentina que proponemos no es una fantasía: es una hoja de ruta, paso a paso, industria por industria.
Una hoja de ruta que se irá desplegando a lo largo de estos capítulos para abrir el debate político, técnico y cultural que necesitamos.
Para dejar de hablar de nombres, candidaturas y partidos políticos como si fuera un Boca vs River y empezar a hablar de ideas que puedan ser transversales..
Para que los proyectos no duren una gestión, sino generaciones.

Porque no hay industria sin Estado.
No hay desarrollo industrial argentino sin planificación.
Y no hay Patria sin trabajo argentino.

Leandro Retta

Presidente de Trafkintu (por el momento)

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