Béseme lentamente y sin cesar,

con delicadeza y sutilidad,

mi alma haga susurrar.


Enraicemos nuestro amor en un abrazo,

tardemos una hora, dos o tres,

déjeme su aroma de la cabeza a los pies.



La delicadeza con la que sus manos me tocan me hace saber,

que mi fragilidad entre sus brazos se resguarda bien.



En sus ojos avellana encontré,

todo lo que algún día esperé,

en aquellos que esconden preocupaciones con mucho detalle,

pero que aun así,

sin amor no dejan de mirarme.


Para mi amado.