Los huesos fulgentes que alumbran la noche no rugen ni asustan ni asombran. Son parte de la vista que abarca mi ventana y son tan naturales como las sombras. Y un día no estarán, se apagará su luz nocturna. Y yo ocuparé su lugar, desde adentro de mi tumba. No me vengan a buscar, solo habrá piedras, un cúmulo de tierra, un cascabel, una luna asustada y un clavel.