No dejo de pensar en el último tiempo en la figura del partícipe necesario. Según la ley es aquél sin el cual no se podría cometer un delito. Si lo trasladamos a los hechos de violencia: ¿Acaso no somos todos partícipes? ¿De qué modo se puede salir de la espiral? Sospecho que es una tarea harto difícil, sobre todo porque muchas veces significa bajar la cabeza o callar. Hoy por hoy pareciera que siempre hay que tomar partido, estar de un lado o del otro, y si no estás del lado que creo correcto, la respuesta es la agresión o el insulto. Una mancha de vino en una camisa, un raspón en un auto, una sospecha de agravio, etc etc, suelen ser suficientes para desatar la furia del agresor. ¿Cómo se responde ante eso? Otra vez el laberinto. Hace unos meses impedí que me robaran la bicicleta, hablé con el pibe que estaba dispuesto a hacerlo, lo miré a los ojos y le dije: dale, me vas a robar a mi… por supuesto que luego de que se fue quedé temblando, lo cierto es que al comentar lo que había sucedido, en general me decían, hay que cagarlo a trompadas, pendejos de mierda, faloperos, etc, etc. Yo sigo pensando, tal vez ilusamente, que al hablarle bien lo descoloqué. También creo que podríamos empezar a dar vuelta la premisa y ser partícipes necesarios a la inversa. Meternos para evitar que los actos de violencia sigan existiendo. Dejar de mirar a un costado. Aunque parezca deseo de Miss Universo.