I

Hay quien posee el sol como norte

persiguen el día, el verano y su perfume

buscan el equilibrio

pero sólo se concentran en todo lo bello que puede abarcar el iris

a veces los rayos perforan los ojos malheridos

de tanto paso entre el tiempo

prefiero los días nublados

porque el cielo se parece más a mí.

II

Tenés que ser más vivaz

tenés que sonreír más

tenés que usar más colores

tenés que caminar erguida a paso firme y grácil

tenés que ser educada y no levantar la voz

tenés que ser atenta y amable

tenés que saber que decir y no decir, que hacer y cuándo hacerlo

tenés que comportarte

tenés que reírte de mis chistes y no discutir

tenés que compartir mis opiniones y no enojarte

tenés que borrarte esas ojeras urgente

tenés que depilarte esas cejas desprolijas

tenés que tomar más sol

tenés que dejarte el pelo largo

tenés que usar ropa más ajustada

tenés que comer menos 

tenés que acallar y en lo posible borrar completamente 

la voz única que grita desde tu alma 

y parecerte más a mí.

III

A Lucy, mi escorpión

Lucy querida, te has ido

el sol inundará mis retinas y los lirios cantarán ridículas canciones

las mariposas danzarán y no tendré fuerza para maldecirlas   

la brisa veraniega acariciará mis pómulos

la soprano endulzará mis oídos

lejos de mí quedará la dicha de nuestros paseos en el cementerio

nuestras tardes disfrutando la marcha fúnebre

las picaduras a los que odiábamos

lo asqueroso de tu compañía

Lucy querida, Lucifer, Reina del Inframundo

me queda el consuelo de que estás en el bello infierno

y las llamas te envolverán suavemente

por toda la eternidad.

IV

Negro en las paredes de mi habitación

en contraste al exceso de color exterior 

velas de té para recordar la pequeña chispa vital

huesos que facilitan la memoria de la esencia 

candelabros oxidados que le hacen justicia al inevitable paso del tiempo

libros de hechicería, sabiduría ancestral de las brujas

antologías de cuentos de terror 

poemas sangrientos

flores secas 

mi refugio solemne. 

V

Encendí una vela poderosa

mezcle las hierbas para la infusión

realicé previamente el círculo de sal

me centré en las sublimes energías oscuras universales

comencé a desayunar.

VI 

El día de tu partida

construí una máscara

forjada desde lo más profundo del odio

para no parecer débil nunca más

en ella guardé los temores la ternura la timidez el cariño y sus derivados

me ayudó a parecerme a este mundo.

VII

Luego de años de utilizarla

la máscara se me ha pegado hasta los huesos.

VIII

En calma está mi memoria

por ello prefiero la soledad

no hay murmullos

la oscuridad es una estable compañía

 

los remordimientos atacan a los débiles

a mí me persigue la paz

pues consciente soy de la muerte  

el material de lo que está hecho este mundo

las pesadillas suelen visitarme

les doy la bienvenida cada noche

en ellas puedo enfrentar de manera anticipada mis miedos:

humanos con sonrisas astilladas

que me dan los buenos días.

IX

Luz pálida de luna cómo suspiro fantasma

los animales nocturnos nos refugiamos en ella

cuando amanece

una esfera incandescente roba su lugar

deja al descubierto todo lo que el azul oscuro mantenía en secreto

en un abrigo reconfortante

en una neblina imprescindible 

 

las estrellas desaparecen dejando en su lugar ardor y quemaduras

este gran astro lastima a sus súbditos

ni siquiera es posible contemplarlo 

pequeñas estrellas 

más poderosas que el sol

clarifican aún más que su adversario 

 

a diario me pregunto porque priorizar el día en lugar de la noche.

X                             

A Edgar 

Ave nocturna, fría, taciturna

en búsqueda de tu estrella

 

persigues en tu camino de voces

el orden del silencio

 

lloras ante la inmensidad

 

con toda tu furia

te posas en mi frente.  

XI

El miedo aún no lo descifro, lo único que me mantiene alerta son mis objetivos.

La muerte, después de todo, es el merecido descanso.

XII

Los pensamientos crecen como enredaderas

se multiplican como arañas

humanos expertos en crear trampas para sí mismos 

para luego perderse dentro de su propia sangre.

XIII

Los muertos deambulan en tu cocina   

habitan la vereda

cruzan la calle a tu lado

persisten acá esas almas en pena

insisten con este mundo 

en lugar de ir hacia el más allá tan prometedor

en ocasiones cuentan secretos

pero no hay que fiarse de ellos

no hay que creerles

mucho menos temerles

en cambio

hay que hacer que nos teman.

XIV

 ¿Cómo hacer que te teman los fantasmas?

enfócate en alivianar el peso de tu mente

agrupa tus pensamientos

clasifícalos 

y deja de perderte en ellos

ignora las voces pueriles de los que no te comprenden

demuéstrate que puede existir calma en las tinieblas

vive a la luz de lo que te inspira (luz tenue)

practica rituales de sanación a solas 

hazte un refugio 

en la tierra de la vida y la muerte.