Viniste y cantaste,

me atrapaste.

Construiste tu nido en la ventana,

como si no lo hubiera visto,

cantabas un amor eterno

me cegó y ahí fuí felíz.

Pero las agujas se detuvieron

5.49 a.m.

Volaste, parecías un grajo

pero no, eras un ruiseñor.