De casualidad volví a ver «Los Expedientes X», esa serie de los 90 tan representativa de ciertas líneas estéticas propias de la posmodernidad. Al contrario de lo que pasa con varios personajes de Borges, para la protagonista Dana Scully la memoria no es un problema.
De la completísima lista de misterios que su compañero de aventuras Fox Mulder investiga con tezón, ella nunca cree en ninguno. Cada capítulo la lleva a ser testigo directo de la existencia de seres extraterrestres, monstruos de todo tipo, resurrecciones, fantasmas, energías raras, sectas conspirativas que dominan el mundo y cosas así. No obstante, al capítulo siguiente Dana vuelve a ser completamente escéptica.
En 8 años de éxito consecutivo de la serie, Dana Scully no aprende nada de su propia experiencia histórica. En un capítulo disecciona el cadáver de un alien y al siguiente se burla de la foto borrosa de un ovni.
El registro de la memoria histórica (la manipulación, distorsión, o eliminación de archivos del FBI, por ejemplo) es uno de los tópicos de la serie, pero eso a Dana no la hace dudar de si misma. Mauricio, un personaje de la ficción argentina contemporánea, tiene bastante de Dana Scully.
Mauricio puede decir algo y al poco tiempo lo contrario de lo que dijo recién sin conciencia aparente de la contradicción, puede proponer una cosa y hacer al día siguiente lo opuesto, puede contar versiones absurdas de la historia e ignorar todo tipo de expedientes sin provocar desórdenes administrativos ni de conciencia.
Agobiado por sus inevitables y copiosos recuerdos, dice Irineo Funes: «Mi memoria es como un vaciadero de basuras». Al revés, Mauricio vive sin conflictos en el puro presente. El ejercicio de ignorar la historia es el rasgo más notable del personaje. Ni su memoria ni la de la mayoría de los que lo rodean parecen registrar las diferencias entre lo que sucedió y no sucedió, o entre lo que sucedió y sucede. Dice mauricio: «no sé cuántos son los desaparecidos, no tengo idea y no me interesa».
La nouvelle de Philip Dick «Do androids dream of electric sheeps?» (1968) anticipa nuestra actualidad de presente continuo. En el texto, los últimos modelos de androide tienen un conflicto de conciencia: no saben si sus recuerdos son propios o implantados por otros. Para el sistema político actual, los androides preocupados por la memoria son muy peligrosos.