Estoy harta de ser mi propia enemiga.

Estoy harta de ponerme obstáculos para conseguir las cosas que quiero.

Estoy harta de compadecerme de mi misma.

Estoy harta de no pelear por las cosas que quiero.

Estoy harta de tenerme pena a mi misma o de tenerle pena a los demás y que eso me impida progresar en mis cosas.

Estoy harta de ser la mama de los demás.

Estoy harta de querer salvar a los demás en vez de salvarme a mí misma, de no luchar por mí misma.

Estoy harta de no darle bola a mis intereses, a mis gustos, a mis deseos, a mis anhelos.

Estoy harta de ser lo que los demás esperan de mí.

Y todo este “estoy harta” se lo debo a la personita de 18 años que se cansó de ser quien era y empezó a abrir los ojos sobre la persona que quería ser.