Nunca tuve Temor a lo desconocido, ni a lo paranormal, ni a lo salvaje de los callejones oscuros. Siempre camino sola, siempre camino protegida.
Si hay algo a que le tengo respeto es al karma. Esa ley que guía mis pies «Sere con los demás lo que han sido conmigo» me ha llevado a ser la maldad. También el amor. Pero si todo es rueda circular, no se que parte me va a tocar. Intento no ser quien juzga, pero si lo hago termino calzando aquel zapato del cual siempre reniego.
Soy esa niña que tiene miedo, mi amor. Por favor, nunca vuelvas el tiempo atrás. Que si sigo clavando el puñal un día no podré parar de sangrar.
Todos podemos cambiar, honestamente. Eso es lo que me repito siempre al despertar. El mayor acto de amor es no seguir pisando sobre este suelo infertil. Un día quizás, estaré protegida de la maldad, para no jugar ya sus cartas. Me contente muchas veces con la venganza, pero esas mieles terminan siendo amargas al paladar.
Hoy fui a bailar, fui sola. Baile sola, no ranché con nadie. Recordé esa voz juiciosa diciéndome «Fíjate, esta persona no es de fiar, siempre anda sola, no habla mucho». Me asegure hoy que los que juzgan con una vara tan flaca se aparten de mi, me convertí en aquello de lo que supuestamente me tengo que proteger. Tengo miedo al margen, le tengo miedo al paso del tiempo. «No te quedes», me dicen siempre «La vida se va».
Pero quizás seré solo la que vino a intentar a esta vida, intentar no encajar a costa de mi libertad. Palabra vapuleada si las hay la libertad, pero que liviano bailar sola en el umbral.
Soy Oriana, habito los opuestos o más bien ellos me habitan a mi.
Me gusta escribir ✍ todo lo que pueda decir para que no se enquiste en mi. Compartire aquí lo que escribo, poemas míos, reseñas de lo que leo, opiniones, etc.
La palabra es mi fusil en la trinchera