Controlar tu dolor y orgullo, no sentirte reprimido, ser vos. Cuestiones digitalizadas de antemano.
Vivir el lado luminoso de la vida, no implica la arrogancia exhaustiva del positivismo vanguardista de que está todo bien y no pasa nada.
Desde mi tolerancia creo que va de la mano con la superación de la atracción a lo inhóspito de nuestros días, en donde podemos liberar nuestros temores ancestrales como descargando la mochila.
Tal vez la palabra “subjetiva/o”, constaría de cierto auge de exclusividad si fuese acompañado de aceptación y tolerancia. Pero cuales son los límites que demarcan dicho acuerdo.
Marcar la tendencia de la normalidad conlleva ciertos requisitos en donde muchas veces nos vemos aislados y con el corazón en la mano. Tantas batallas en el campo de nuestra consciencia, que nos inunda de remordimientos de lo que hubiera sido. Cosa que nunca fue, pero que posee una tendencia vertiginosa a sí mismo.
Lo que no esta es porque nunca estuvo y lo que ya no está, es porque no lo necesitas, ya no lo necesito.
Ciertamente siempre admire a las personas llamadas escritores, en donde con tan gran elocuencia pueden manifestar lo que su profundidad de espíritu les permite compartir, con una audiencia o bien lector que nunca verán o conocerán. Pero que llevan lo contemporáneo del momento en cada página que marchita el tiempo y lo transfigura en instantes perpetuos de placer u odio, dependiendo del sentimiento que aflore en cada palabra, incluso de felicidad o gratitud y admiración, dependiendo el tiempo.
Tratar de tener la razón lleva a incontables situaciones de agotamiento físico e intelectual, que detonan en las miradas del ser. En cada paraíso sostenido por las creencias cotidianas.
Hacen del día a día, en la virtud que nos animamos a experimentar, dependiendo del grado de solvencia y compatibilidad con quienes nos atrevemos a compartir a cara descubierta nuestros tesoros más íntimos, indulgencia eficaz a la hora de brindar compañía.
¿Qué nos hace relacionar con tal o cual persona?
Ciertamente la cotidianeidad nos sumerge en eventos que trascienden en ciertos lazos afectivos, de trabajo o bien sociales, que solo quedan con ese concepto de que las circunstancias ameritan tal o cual hecho y por ello estamos ahí. Intercambiando nuestro sentir o bien fluir dependiendo del hecho que implora nuestro ser o anhelo de antaño.
¿Pasa algo con la resignación?
Sentirse resignado y oprimido por una vida muchas veces descripta como poco tolerable o soñada y querida. Básicamente estar viviendo aquello que no queremos o deseamos.
¿Dónde justifica la existencia, una vida plena como materia de “progreso” para cada nosotros?¿ En que basamos nuestras tendencias más escondidas y le damos la amplitud suficiente para que puedan llevarse a cabo?
Descripciones fuera de contexto, dolores que nos invaden en los momentos de soledad y más si esa soledad es en compañía de alguien. Ese vacío hasta existencialista diría, que mucho dista de pasar de moda.
Solo vinimos a relacionarnos con tal o cual persona, por puntos prefijados con antelación de interacciones que nos fueron llevando y donde nos dejamos llevar. Es ahí donde nos hacemos de una vida en sociedad, en la cual muchas veces nos vemos descontentos o fuera del alcance de tal o cual situación que ameritamos o no como personas.
¿Qué tenemos que ver con todo lo que nos sucede?
A veces, como si las cosas fuesen de improvisto y no pudiésemos influenciar o entender porque nos sucede. Estamos poseídos o estigmatizados, con signo de pregunta.
Es decir, hay una razón omnipotente que gobierna nuestra existencia en donde somos conducidos como corderitos mansos, al lugar de la expiación de las penas impuestas por esta fuerza superior que desconocemos al mejor estilo romano. ¿Realmente, somos libres?
Cuál es la condecoración que establecemos para darle tanta entidad al destino marcado por los sentimientos que nos gobiernan día a día y nos hacen padecer eso de lo cual no estamos satisfechos.
¿Cuál va a ser nuestra excusa esta vez? ¿Quién es el culpable/responsable de nuestra desdicha?
Aquella persona que me arruina el día, mi jefe que es un forro, mi mamá que no me quiere, mi vecino que no junta los desechos de su perro, mi hermano que no me habla, el amor de mi vida que se fue antes de que me muera y ahora solo agonizo. Mi equipo de futbol que no es tan bueno, que no bajo a la B, pero que tampoco sube la C.
Es decir, solo nos cruzamos con otros seres humanos que en mayor o menor medida nos van a fallar o no y hasta en algunas ocasiones lastimar, como así también, en esas situaciones que nos suceden, pero que por desgracia solo nos pasa a nosotros y no al otro que tan bien le va, desde mi bizca subjetividad.
Tampoco da para tanto misterio de acertijo, pero que tengo que ver yo con todas y cada una de las personas que me he cruzado y me cruzo, con cada situación. Cuál es el patrón desencadenante que nos ha unido. Habiendo tanto ser humano dando vueltas por ahí, justo vos.
Es como si la lotería fuese a medida de dicho consumidor/ganador. Entonces vemos que los premios y sorteos siempre son para los mismos, con los mismos desafíos. Y yo, solemne embustero, nada tengo que ver en este asunto del engañoso destino del azar más calamitoso.
Tal vez la respuesta esté y estuvo siempre ahí, delante de mí, atrás de mí, al lado mío. Somos iguales y los mismos de siempre. Tenemos todo que ver entre nosotros. Tengo todo que ver con lo que he vivido y vivo. Con las desgracias y alegrías. Con las ganadas y las pérdidas. Con los días de sol y esos de nubarrones grotescos que me quitan la sonrisa.
Vibrando y atrayendo lo que nos hace falta para darnos cuenta que en la aceptación del otro esta mi libertad, en la transparencia del otro esta la mía, no hablemos de la obscuridad que percibimos en lo demás. Quedemos solo donde el sol brilla….que penetre en la parte tan necesaria para poder SER.
Resulta que un día me despierto estando con los ojos abiertos, miro y todo seguía igual. Pero los colores habían cambiado, eran realmente colores, creo que fue la primera vez que pude ver, que use mis ojos.
Las personas, las personas nunca me habían hecho nada. Jamás habían influenciado en mi destino. Solo fueron compañeros de viaje hasta ese día. Algunos se despidieron con alegría, otros solo se fueron y más de uno cerró la puerta bruscamente.
Un día me desperté a plena luz y me di cuenta que vivir es sentir y que sentir es amar. Que amar no es romanticismo y que nunca fuiste el amor de mi vida, sino que la vida era amor.
Que ya no necesitaba más de tu compañía, sino más bien de tu presencia. Que te quiero consciente y despierto, despierta!!!
Siendo real, pero no realista.
Que tu compañía era adicción de mis penas y bastón de mis sufrimientos, que nos consolábamos y hacíamos el aguante en la desgracia. Y es que a la nostalgia le gusta estar acompañada, pero no ofrece nada.
Que cada individuo, siendo colectivo en lo que va de este viaje, me condujo a destino y que hoy me encuentro agradecido de todo lo que me has enseñado. Y es que en cada mirada, si es que alguna vez hubo un maestro, hoy encuentro a alguien más que a Sarmiento.
Que las matemáticas no eran tan difíciles como parecían, pero que el calor humano y el reconocimiento de que las casualidades nunca existieron, me hacen despertar de este ensueño que llaman realidad y no me encuentro. Ya no me encuentro tan realista ni sincero, sino más bien un embustero.
Que una vez más caigo en el agujero del despertar del sueño, solo porque a veces no me gusta lo que veo.
Que todavía falta y es largo cierto sendero. Que en cada encuentro, abrazo y una mirada pérdida al pasar, esta la ocasión de decir te quiero o solo largar hechizos de encierro.
Sin más destellos que mis sueños, me proscribo al infierno, sabiendo que el que lo ha generado ha sido mi destierro, y es que entre augures y duelos, ya me he olvidado de cuantas veces he ido a mi entierro.
Entre tantos juicios que di sin ser sincero, igual te quiero…