La tía Fabi

El siete de febrero se presentó Fabiana Cantilo en el Parador Konex. Yo me mandé con una amiga muy fanática sin haber buscado qué temas iría a tocar. Esperábamos un poco de todo ―tiene catorce discos publicados― y fantaseábamos con los greatest hits.
La vimos salir de la puerta que conduce a los camarines, caminar por un tramo vallado al lado del público y subir al escenario como quien baja las escaleras de su casa a abrirnos la puerta. Nos presentó a su sobrino Ishi, con quien ha compuesto los últimos temas, y lo invitó a abrir el recital tocando una canción propia. Después, una breve limpieza energética: entonamos junto a la banda tres Om guiados por Fabi para cambiar las vibraciones del predio y proteger la noche de las entidades oscuras.
A pesar de algunos problemas técnicos con los cables del in-ear o las visuales, fue un recital precioso. Con una espontaneidad y una frescura envidiables, Fabi sorteó todos los imprevistos y nos invitó a su propio planeta. Abrió con “Coma”, nos consintió con “Fue amor”, “Ya fue (nos vemos luego)”, “Nada es para siempre”, “Una tregua” y “No entregues tu corazón”, le hizo justicia a “¿De qué se ríen?”, se dio el gusto de cantar “Fly away” de Aerosmith con un atardecer de fondo, como quien canta en un karaoke con amigos pero con una voz siempre dulce, entonada e impoluta.
A esta altura del recital estábamos a merced de la banda: podría sonar cualquier tema, propio o ajeno. Hacíamos chistes: “ahora viene ‘Lo siento (hábil declarante)’”, “no, no: viene ‘Cleopatra, la reina del twist’”, “ojo que ahora toca una de los redondos, eh…”. Y sí, nos dio la razón, porque acto seguido estábamos escuchando “La gran bestia pop”. Sonaron también el “Loca tuca de Dios” de Fito y “Seguir viviendo sin tu amor” de Spinetta. Otro gustito: atrás de la batería interpretó “Algo mejor”.
No nos podíamos quejar, nos dio un poco de todo. Parecía despedirse con “Júpiter”, orbitando por el escenario junto a la banda y los planetas proyectados en la pantalla del escenario, pero no. Nos regaló “Canción sin miedo”, ayudándonos a poner los pies en la tierra antes de volver a casa.

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