¿Sabías, no, que toda rosa,

hasta la más roja y fragante,

se deshoja? No hay remedio,

no hay pócimas ni sortilegios

que eviten el paso del amor.

No hay corazón que no se estruje,

no hay pecho que no se desinfle

en un estertor patético.

Todas, todas, todas las rosas

todas: blancas, rosas, amarillas,

todas, hasta la más roja,

se deshojan. Se marchitan.

Se desarman en el olvido.

Somos parte del jardín,

seremos también olvido.

¿Sabías?