FÍSICO

1.86 de altura, leve joroba debido a décadas de mala postura pese a intentos recientes de corregirla, una suerte de callo en la palma de la mano izquierda, de origen desconocido. No sabe cuando se originó, que es, y por qué a veces duele y a veces no. Piel: relativamente normal en las partes descubiertas, desastre dermatológico en pecho y espalda. En el pecho porta una especie de grano que en este momento debió ser cubierto por dos curitas y duele al tacto suave. En la espalda, una base ya estable de cráteres que iniciaron en la adolescencia que cubre casi la totalidad de la superficie, causados por el estrés. Durante la adultez, proliferaron intermitentemente nuevas protuberancias que causaron a su vez más cráteres, según su nivel de estrés. En el informe presente, se anotan en particular tres más, que son también cubiertas por sus correspondientes curitas. Le falta uno de los dientes delanteros, o mejor dicho, le falta aproximadamente el 80% del diente, que se le rompió hace unos dos años y nunca corrigió. Su dentadura en general (particularmente la parte superior) es, como mínimo, triste, y como mucho, desagradable. Evita sonreír o reírse para no mostrar los dientes desde ese momento.

PSICOLÓGICO

Por cuestiones económicas ha cesado su terapia semanal con su psicóloga y ha perdido la posibilidad de hablar con alguien sobre cosas que solo se pueden hablar con un profesional de la salud. En el costado psiquiátrico, continúa todavía medicado gracias a la beneficencia de una amiga. Salir de casa le es prácticamente imposible a menos que sea de una manera muy planeada o requiera poca interacción social, de ser posible de la menor intensidad posible. Sueña con más frecuencia de lo normal, siendo de nota el sueño que tuvo la noche del 23 de marzo, en el que lo iba a buscar un grupo de comandantes a su casa y lo desaparecían. También sueña con el viaje que está por hacer a España y siempre se olvida el pasaje, o dinero que debe dar en la cabina de entrada al avión. Pudo calmar los temblores de ansiedad en manos y boca gracias a la vuelta de la medicina, y en preparación para el viaje quiso probar si estaba preparado para soportar una borrachera relativamente normal. Falló, le escribió a un montón de gente a la madrugada de manera completamente insoportable y buscando alguien con quien hablar y sentir la compañía de alguien, se fue a dormir, al otro día se dio cuenta de la vergüenza múltiple que había pasado y aún no se recupera.

ESPIRITUAL

Le pidió a Dios que se le aparezca en un sueño, o que le de una señal, algo como para aunque sea engañarse de que las cosas van a mejorar. Le regalaron un Corán en la Bond Street. Lo sumará a la rotación lectora que en este momento componen la Biblia, la poesía completa de Raymond Carver y la relectura de Los detectives salvajes, a quienes ya viene leyendo como santas escrituras en igual manera. Ahora son cuatro los libros santos.

SENTIMENTAL

Quiere algo que no puede tener. Piensa que va a enamorarse en el viaje a Europa, que podrá hacer que una cantante del festival al que irá se enamorará de el, piensa que tiene chances reales con ella, y con una comediante norteamericana que conoció por Youtube, cree que el amor es posible pero que el problema es que está lejos, básicamente para no reconocer que a puras penas puede mantener las amistades que tiene. Si no se queda completamente sin amigos es, verdaderamente, un milagro. Espera una señal de algo pero por dentro sabe que simplemente es cuestión de tiempo hasta que pueda estar cómodo de nuevo creando vínculos con personas. «Es una poronga pero es la realidad» dijo cuando se le preguntó sobre su estado sentimental.

CONCLUSIÓN

Le está costando llorar, no lo hace hace tiempo, pero tiene la sensación de que en el corto plazo le va a llegar la imposibilidad de evitarlo y va a poder llevarlo a cabo. Igual que con su anosmia y esa extraña situación de poder oler brevemente en momentos aleatorios, son cosas que están fuera de su control. Quiere escribir algo que sirva. Quiere que le pase algo que lo destruya, si es necesario, pero que lo deje hecho trizas, despedazado en un banco de plaza. Ya no tiene miedo de que le roben, o le peguen, o nada. Quiere hablar con alguien que lo escuche, y quiere querer escuchar a esa persona. Pero esta vez de verdad. No porque si. Esta vez quiere demostrar que tiene mucho amor de verdad, que no sabe bien donde ponerlo, ni como, pero lo tiene. Y, por supuesto, también sabe que con el amor no alcanza.