dice que no cree en nada, pero con su presencia crea todo

desde pequeña se construye a sí misma con miedo, con dudas, con prudencia

con deseos, con sueños, con ilusión.

en sus cimientos echaron raíces las palabras que cada noche susurraba a las estrellas

-cuerpo en conexión con lo terrenal y lo divino-

pidiéndoles una señal que le indicara el camino.

cada día renovaba la esperanza de partir, pero es difícil esconderse cuando las luces están prendidas.

una y otra vez empezó de cero, y en aquel desafío encontró su razón

¿por qué cerrarse a la vida, por qué no seguir a su corazón?

hacia arriba, paso a paso,

firme, segura, en contraste eterno con el horizonte impredecible.

su figura imponente se elevó, faro que indica el norte de lo moral.

hacia abajo, en caída libre

lo que nace del polvo, hacia el polvo va

¿quién puede salir ilesa de esa transformación, quien puede abrazarse a esa convicción?

mientras todos a su alrededor se deshacen de las partes rotas,

vuelve a poner un pie sobre sus ruinas,

¿será que así es crecer?

quisiera sentarme a los pies de la torre y llorar.

reencontrar ahí mi refugio, mi hogar.

pasan los años y su imagen cambia, se desdibuja

en mi boceto se entremezcla el amor y lo real

digo que no creo en nada, pero creo en todo lo que no se nombra.

en la torre que, al caer, se transformó en puente.

cuando todo era soledad, era compañía.

cuando todo era silencio, era melodía.

cuando todo era distancia, era mía.