mis manos están siempre frías
intento hacer contacto con el otro
pero mí tacto los asusta
o simplemente congela
intento acercarme a la otredad
pero mis extremidades externas
delatan mí extremidad interna
o frías o caliente, o siento o no
ojala un poco de tibieza,
ojalá sentir un poco
no conozco el un poco

mis manos frias,
mí gelidez al contacto
me juega la contra constante,
mí falta de circulación
delata mí muralla exterior
suma ladrillos a mí interiorizacion
me separa todavía más de mí alrededor,
intento abrir el portón
pero la llave está heladamente oxidada
por eso congelo al otro, les doy mí llave,
les ruego que me ayuden a abrir
las puertas a la muralla de mi alma,
anhelo que alguien se banque el frío
porque yo ya no se como
¿la llave está helada por mí o yo por ella?
realmente no importa, porque sigue oxidada
pero capaz alguien le encuentra la maña
capaz necesito a ese cerrajero especial
que no se asuste de mí cerradura y que intente abrir

me encantaría simplemente poder entreabrir mis puertas
poder escuchar a través de ese recoveco,
ver el exterior, por más poco que abra,
que los vientos crucen entre mí adentro y afuera.
pero vivo en las extremidades
o la abro del todo y se me escapa mí interior
o soy una fortaleza impenetrable
lo único que puedo intentar
es revolear está gelida y frigida llave oxidada
por encima de mis altas y prominentes paredes
cruzando los dedos de que algún día la encuentre la persona
suficientemente terca para abrir estás trabadas puertas

o capaz es simplemente cuestión de escuchar a través del portón
conformarme con que me lleguen puros murmullos inconclusos
intentar apreciar el aire poco circulado de encierro que respiro
darme cuenta que no los necesito ver para saber que están ahí
que no necesitan pasar por la puerta para entrar,
quien sabe, a pesar de ser malos cerrajeros,
capaz pueden ser excepcionales escaladores
y, ante la duda, siempre puedo arrancar a cabar un túnel

que terrible, entonces, cuando alguien se marcha de tu fortaleza
ese alguien que conoce todos los caminos de tus interiores
sobre los cuales se paseaba a diario cómo por instinto,
esa que se recorria tus jardines mentales
y disfrutaba de oler el florecimiento de tus ideas,
conocía la calle y numero de cada pensamiento
y como tenía que tocar la puerta en cada uno
esa que no solo no temia a tu congelante llave (mis gelidas manos)
sino que habituaba felizmente en calentarla juntos
y se entusiasmaba cuando la dejabas embellecerla con unos llaveros,
su manera de mostrarte que no todo era tan terrible como parecia.
esa persona que sabe exactamente como usar tu llave para girar el cerrojo
y así como la conoce, la usa por última vez
para marcharse y cerrar bien en su ida
capaz se va con un portazo, o capaz le abre uno
pero te deja todavia más consciente
de la muralla en la que vivimos encerrados