Desde que te fuiste he empezado a tomar.
Caí en esos malos vicios.
Tomé recuerdos que prometí olvidar.
Obligándote a volver aun cuando ya no estas.
Tomé prestadas muchas horas…
Algunas para extrañar, otras para llorar.
El rocé del pañuelo humedecido empezaba a sentir placentero.
Tomé por verdades un par de mentiras…
Embriagándome con ellas.
Tomé malas decisiones…
Lo suficientemente malas para que este orgulloso las admita.
Quise esconderte, pero siempre tomé el camino para encontrarte.
Tomé un rol egoísta, fue una cruel ambición el querer siempre tenerte conmigo…
Pero el tiempo me demostró que querer no es poder.
Tomé tanto de vos que terminé provocando un desierto.
Moría de sed, y tu imagen se convertía cada vez más en un oasis.
Sin embargo, hace ya un tiempo que aprendí que los tragos más amargados son las mentiras autoimpuestas.