En estos días, con la primavera se viene #Acercarte nuevamente a la ciudad. Esta iniciativa es un festival itinerante organizado por la Provincia de Buenos Aires que va recorriendo los municipios con una serie de actividades a desarrollar generalmente en uno o dos días. Incluyen recitales de alguna banda convocante, talleres de artes visuales, funciones de circo, cine móvil, realidad virtual y espirógrafos gigantes entre otras cosas. Particularmente en este caso, el 21 y 22 de septiembre se presentarán en el Parque Boronat: Dread Mar I, Miranda, Hilda Lizarazu y Milo Lockett. También dará una charla Graciela Borges, el Ballet presentará una obra, Eduardo Sacheri un libro y se podrá ver The Wall proyectada en 360°. Son muchas actividades y eso que aún no nombré ni una décima parte.
Una primera impresión que puede surgir frente a este evento es el entusiasmo. Que bueno que en la primavera el estado de lugar a eventos culturales en espacios públicos. La gente podrá aprovechar el día soleado para aprender y conocer artistas y obras de renombre. Que se acerque es bueno.¡Viva la democracia, viva el arte! ¡Vamos Leona que se puede!
Sin embargo, existen dos supuestos de base en este propuesta que deben señalarse: “Hay que acercar al arte a las comunidades” y que “ el arte es bueno por naturaleza”, o “ si es arte, es bueno”.
Cuando uno acerca algo a alguien es porque ve una carencia e intenta colaborar. Como una herencia de un concepto de estado benefactor, #Acercarte trata de dar el arte al pueblo. Esto tiene que ver con una idea de derechos culturales. La cultura debe estar al alcance de todos y el estado va a hacer los esfuerzos necesarios para que esto acontezca. Y tenemos que entender al arte como sinónimo de cultura. No es mi idea en este escrito definir arte o cultura, o no del todo al menos. Pero sí señalar que no hace falta acercar nada.
La oferta artística y cultural de esta ciudad es muy grande. Hay cinco escuelas de arte, teatros, espacios de arte, editoriales, proyectos, museos. La producción artística local es significativa pero de más está decir que no cuenta durante el año con el apoyo que sí tiene este evento. En un momento crítico y con pocos recursos, en lugar de recurrir a dar visibilidad a trabajadores de la cultura local, se opta por comprar lo que se llama “un enlatado”. Un festival sin identidad que circula indistintamente por la provincia.
Cultura se vuelve sinónimo de arte y el arte se vuelve una mercancía, un capital cuantificable. En ese sentido, Acercarte cuenta con una buena oferta. Los artistas que forman parte de esta propuesta están legitimados por los medios masivos de comunicación, son famosos en sus respectivos espacios. Un dream team artístico multimedia viene a traer a una ciudad lo que no tiene, o al menos no de manera seria: Una oferta cultural digna y de calidad. Gracias Leona porque en la tierra del diablo no pasa nada.
De cualquier manera, a pesar de lo que se anuncie, nada es gratis. Y si bien podemos decir que existe una oferta artística local, no es apresurado decir que la inversión en contratación que hace el estado provincial para este evento no lo hace con los productores locales. Tal vez sea porque no tienen el suficiente reconocimiento mediático pero a su vez es innegable que tampoco estos cuentan con el aparato del estado para convocar cotidianamente a tanta gente, cosa que sí se activa para los artistas foráneos con Acercarte.
La idea de acercar el arte implica invisibilizar la producción local o en su defecto, quitarle valor o jerarquía. El éxito de esta gestión cultural provincial radica más en la cantidad de espectadores que se llevan a cada lugar, que en pensar a las producciones como reflejos de los pensamientos, las sensaciones o los modos de vida de sus habitantes.
Este proyecto también supone que el arte es bueno y esto tiene que ver con la idea de belleza-verdad. Suenan muy parecido bonito y buenito y no por casualidad. Esta idea del arte con esencia es limitante ya que lo achata, le quita dimensiones y posibilidades. Al suponerlo universal se vuelve indistinto al contexto, inmutable. Pensar en que toda producción artística de calidad supone una conexión con una verdad es desconocer su aspecto político, su tiempo y espacio de origen. Las formas artísticas se vuelven autónomas.
Como espectadores damos sentido a lo que vemos y lo resignificamos con cada vivencia que vamos teniendo. Y en ese sentido hay obras que tienen más pertinencia en determinado momento que otras, que nos hablan de nuestro cotidiano, nuestros problemas, de nosotros.
El problema con las producciones enlatadas como lo que ofrece la provincia con Acercarte es que suponen que producciones que vienen de afuera nos van a hablar más de nosotros que lo que hace la gente que nos rodea. Milo Lockett va a enseñar a pintar mejor que una estudiante de la ESAV, Sacheri va a ser más ocurrente que cualquier autor local y Miranda nos va a hacer bailar más que cualquier banda de nuestros pagos.
El problema de #Acercarte es que plantea al arte como lejano, extranjero. Un entretenimiento por parte de iluminados lejanos que pasan por unas horas y luego, a volver al mundo chato y alienado del pueblo, hasta que nuevamente el estado quiera pasar por acá. Es decididamente una política cultural que se adapta a la idea de espectáculo y se aleja de la de elaboración pensamiento crítico y situado. El arte se vuelve una anestesia. Tal vez sea más adecuado el nombre #Alienarte