La primavera

llegó a su clímax

hace rato

y ahora 

va descendiendo

de a poco

para dar paso

al caluroso verano.

Pero en ese transcurso

empieza a mutar

está indecisa

no sabe si quiere irse

pero tampoco sabe

si quiere quedarse.

Hoy el día está tranquilo

una suave brisa

balancea las hojas 

y las flores.

El viento

empieza a cambiar

se torna violento

el cielo se cubre

con gruesas nubes

que amenazan 

con cubrir todo el mundo.

Se siente

el olor a lluvia

que avisa

y pone a resguardo

a la ciudad.

Mi corazón inquieto

se pone en sintonía

y empieza a llover a cántaros

afuera y adentro.

Camino por la vereda

tranquila como cualquier día

de primavera

me dejo llenar por esa lluvia

que mi cuerpo de tierra tanto ansiaba

le doy la bienvenida

al aguacero

que me limpia

y me libera

de mis pensamientos

sentimientos

e inquietudes,

que me da la fortaleza

y la valentía

para enfrentar lo que se viene,

para florecer 

lo que estaba sembrando.

Porque todxs veían

mi calma exterior

pero nadie advirtió

que en el interior

se avecinaba una tormenta.

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Foto: archivo de La Nueva.